El amor y sus protagonistas han existido en todos los tiempos, sus protectores también. Afrodita era la diosa olímpica del amor, la belleza, el placer y la procreación y lógicamente hay una gran cantidad de historias, muy jugosas por cierto, que cuentan las proezas sexuales de la diosa con varios dioses, aunque también estaba vinculada con la mitad de los atletas olímpicos masculino, paralelamente a su matrimonio con Hefesto y su relación adúltera con el dios Ares, al que sin embargo se considera su "consorte oficial". Simplificando, Afrodita era flor de múltiples jardines.

Ares, el dios de la guerra tuvo una larga historia de amor con Afrodita que duró mientras esta llevaba adelante la carga de su matrimonio con Hefesto, claro que sin ponerle mucha onda se puede decir, incluso aseguran las malas lenguas, que esa relación continuó aún mucho tiempo después que se transformó en una bella viuda. A Eros le regaló cuatro hijos divinos: Eros (Junior) Anteros, Deimos, Phobos; y una hija: Harmonia. Pero todo llega a su fin, incluso también los grandes amores.

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Fue entonces el turno de Dioniso, el bon vivant, aunque para ser preciso, esta relación, se puede definir como un touch and go, ya sea por la personalidad del dios, que vivía aferrado a la botella y a la "buena vida" y no tenía mucho tiempo para prodigarle a un gran amor, o porque Afrodita era una entusiasta de las artes amatorias, vaya uno a saber.

La cosa es que el dios del vino tuvo una muy breve aventura con Afrodita. La diosa Hera, (amargada por el sinvergüenza de su marido Zeus, que no dejaba títere con cabeza), maldijo a la diosa para que tuviera un hijo: Priapos, que tenía características muy particulares, como castigo por su promiscuidad. Al muchacho, se lo representaba de tal forma, que por respeto a las damas presentes, solo diré que parecía un gran adicto al Sildenafil, a buen entendedor...

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Su marido Hefesto, el oficial, el único, el que firmó los papeles, era dios de los herreros, y luego de comenzar a sentir frecuentes dolores de cabeza a la altura de la frente, se divorció de Afrodita, cuando le llegaron los venís chismes de su ardoroso romance con Ares. Hay que decir también, que Afrodita nunca estuvo contenta con el matrimonio y que se vio obligada a casarse con él por decreto de Zeus, como un regalo por liberar a Hera de los lazos del trono de oro maldito. Siempre detrás de cada desaguisado, como vemos está la mano negra de Zeus.

Le llegó el turno a Hermes, el heraldo de los dioses, que estaba bien loquito con Afrodita, y con algo de ayuda de Zeus. Como ya hemos contado, ella tuvo un hijo con Hermes, cuyo nombre fue una combinación de ambos, de ahí es que surge Hermafrodito, que tiene una gran historia, con la ninfa Salmacis que es para "alquilar balcones" y que encontraras en el buscador de La Vida es Arte.

En otra hoja del diario de vida de Afrodita aparece, rodeado de corazoncitos: Nerites, un joven dios del mar que fue el primer amor de Afrodita. Ya saben lo que se dice del primer amor, no se olvida. Cuando Nerites, se hizo el olvidadizo, negándose a abandonar el mar para unirse a ella en el Olimpo, (yo creo que se la veía venir), ella lo transformó en un caracol marino por su traición, caracol del que toma su nombre la especie Nerites albicella de los mares africanos. Se lo tenía bien merecido, por lento!

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Después se puso un tanto ambiciosa la chica y se involucró con Poseidón, el dios del mar, con quién tuvo una aventura, a modo de agradecimiento (no sean malpensados) por su apoyo tras la revelación de su relación adúltera con Ares. Bueh, la cuestión es que "le agradeció" con dos bendiciones: Rhodos y Herophilos.

Zeus, que no podía estar ausente de esta larga lista del jet set olímpico, intentó seducir a Afrodita cuando tocó tierra en Kypros. Esta vez, Afrodita huyó, y que otra cosa podía hacer con el acosador de acosadores, en fin, la anécdota termina con la huida de la diosa, y la "semilla" de Zeus derramada sobre la tierra.
Algunos de los fragmentos de textos antiguos, de los que se pueden reconstruir éstas historias, son realmente jugosos. Se cuenta que Hefesto, el marido, había sido echado del cielo por su madre Hera (esposa de Zeus) al nacer, porque estaba avergonzada de tener un hijo lisiado, aún no existían las asociaciones antidiscriminación.

Thetis y Eurynome lo rescataron y lo criaron en una cueva a orillas del río Okeanos, donde se convirtió en un hábil herrero. Obviamente Hefesto estaba un tanto resentido, por el tratamiento de su madre, sin embargo le envió varios obsequios al Olimpo, incluido un Trono de Oro para Mamá. Claro, venía con sorpresa, porque cuando la diosa se sentó en este trono que estaba maldito, fue atada rápidamente y ya no se pudo liberar. Zeus buscó rápidamente la ayuda de los dioses para liberar a su Reina y la solución fue entregarle a la diosa Afrodita en matrimonio para calmar su enojo, como prenda de cambio, ahora comienza a entenderse la frustración de Afrodita y los posteriores y múltiples cuernos que prodigó sin ton ni son. Afrodita que tampoco podía elegir mucho, lo aprobó, pues creía que la relación con su amado Ares prevalecería.

Ares no se quedó calladito, irrumpió en la fragua de Hefesto, portando armas, pero lo hicieron retroceder con "lluvias de metal en llamas". Dionisos, que tenía más calle, se acercó al dios y le sugirió que podría reclamar a Afrodita para sí mismo si liberaba a su madre voluntariamente, del famoso trono. Hefesto estuvo de acuerdo, no era ningún tonto y ascendió al cielo con Dionisos, liberó a su madre y se casó con la Diosa del Amor, con las consiguientes protestas de ésta.

Otra buena historia aparece en la odisea de Homero.
Ares, se quedaba siempre esperando cerca del hogar de Afrodita que partiera su marido, para luego entrar con silenciosos pasos a ver a su amada.

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Una de esas veces, cuando vio a Hefesto irse, se acercó a la vivienda del gran artesano, suspirando de amor por Afrodita. Al rato, cuando ella, que acababa de regresar del palacio del poderoso Zeus, su padre, entró, fue seguida discretamente por Ares.
Él tomó su mano y le habló así: 'Ven, mi amor; vamos a la cama y disfrutemos juntos. Hefesto ya no está aquí, a estas alturas, creo, se ha dirigido a Lemnos para visitar a los sintianos de voz grosera, a los que ama más que cualquier otro lugar en la tierra".
De prisa Afrodita cumplió con su pedido. Entonces, se fueron a la cama con claras intenciones, pero el marido, que ya sospechaba de la diosa, había improvisado una trampa; unas cadenas que los envolvieron, y así fue que no pudieron levantar sus extremidades ni moverlas en absoluto. Cuando lo notaron, ya era tarde y no había escapatoria. Mientras tanto, el lisiado dios artesano, regresó velozmente de la tierra de Lemnos debido a que Helios (el dios del sol) le había contado todo. Con el corazón destrozado, se acercó a su casa y se detuvo en la entrada. La furia se apoderó de él, y rugió horriblemente, clamando a todos los dioses: "Ven, padre Zeus; ven, y todos tus benditos inmortales; mira por ti mismo lo que ha sucedido aquí. Afrodita, por ser lisiado, nunca me aceptó y le dió su amor a Ares, ya que él es guapo y con buen pie y yo soy un lisiado desde mi nacimiento, sin embargo, de eso tienen la culpa mis dos padres, nadie más, desearía que nunca me hubieran engendrado. Verás a la pareja de amantes ahora mientras yacen abrazados en mi cama; verlos me enferma el corazón, seguro quieren escapar, pero mis astutas cadenas los mantendrán firmes hasta que tú, su padre, me haya devuelto todos los regalos de compromiso que le otorgé a tu hija desenfrenada; la que belleza tiene, pero sin vergüenza alguna.

Hefesto armó tal escándalo, que los dioses se agolparon allí delante de la casa sobre el piso de bronce. Llegaron Poseidón, el Sustentador de la Tierra, y Hermes el Corredor Poderoso, y Apolo el que dispara desde lejos y varios más; y las diosas, cada una de ellas, se mantenían dentro de las puertas por vergüenza. Entonces los dioses generosos se pararon en la entrada. Ante la desgracia, de Hefesto sin embargo, no pudieron aguantar la risa, mientras miraban la escena y la estrategia del marido engañado para atrapar a los amantes.

Luego, se pusieron serios y dijeron con voz rigurosa ''Las malas acciones nunca prosperan, aquí está Hefesto, el lento y lisiado, pero por su astucia ha derrotado al más rápido de todos los dioses olímpicos, y Ares debe pagar la pena de un adúltero!" Ahora ya sabemos de dónde Esopo se inspiró para la fábula de la liebre y la tortuga.
No, es chiste.

Para Poseidón sin embargo no era ningún chiste la situación de Hefesto, y le siguió implorando, con la esperanza que dejara ir sano y salvo a Ares. Entonces hablo así: "Déjalo ir, te prometo que pagará lo que le corresponda, que pague en presencia de todos los dioses, pero el gran artesano le respondió: "Poseidón, Sustentador de la Tierra, no me pidas esto. Las promesas para personas sin confianza, son promesas sin confianza. Si Ares siguiera su camino, libre de sus cadenas y de su deuda, ¿qué justicia habría?" Poseidón, le respondió: "Hefesto, si Ares niega su deuda y escapa a otra parte, yo mismo pagaré lo que me pidas". Entonces el gran artesano aceptó y los liberó.

Desencadenados, los amantes se levantaron de inmediato; Ares se dirigió a Thrake y Afrodita, a Paphos en Kypros.
La historia de Homero sobre el adulterio de Afrodita parece haber terminado con su divorcio de Hefesto. De hecho, en la época de la Guerra de Troya, Homero describe a la diosa como la consorte de Ares, y nombra a la novia de Hefesto como Aglaia. Otros autores son más explícitos al describir el fin del matrimonio.

Pero toda gran historia de escándalos debe tener una gran venganza, que justifique nuestro morbo. Yeah!
Ya dijimos que una de las hijas del romance adúltero de Afrodita con Ares, se llamaba Harmonia, curioso nombre en este caso. Aseguran los testigos que Hefesto finalmente cobró venganza de su esposa, cuando entregó a la niña un collar que había forjado, como regalo de bodas y que portaba una maldición para ella y sus descendientes. Como siempre, finalmente son los hijos los que pagan los pecados de sus padres.

Y no crean que las aventuras de Afrodita, terminan aquí. La diosa del amor, dió otros grandes brincos en su existencia, entre los que aparece incluso Adonis que se dice, murió debido a los celos de Ares, pero esa, es parte de otra historia.

Muchos fueron las artistas que representaron los amores de Afrodita/Venus.
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La Obra:

Marte y Venus sorprendidos por Vulcano
Alexandre-Charles Guillemots
1827
Técnica óleo sobre lienzo