Eurídice era una hermosa ninfa de Tracia. Un día, un joven llamado Orfeo que paseaba ocasionalmente por el lugar, la conoce y flash, ambos se enamoran. La relación avanza rápidamente, todo parece que anda sobre rieles, sin embargo el día de su boda, Eurídice sufre un intento de rapto por parte de Aristeo, un pastor rival de Orfeo, que le había "echado el ojo" hace tiempo. Ella escapa, pero en su apresurada carrera, pisa accidentalmente una víbora, que reacciona y le muerde un pie, esto le provoca la muerte.

Ahí estaba el pobre de Orfeo, desconsolado, con la felicidad escurriéndose entre sus dedos, dispuesto a hacer cualquier cosa que le devolviera a su amor.
Así es que, se arma de valor y decide bajar a buscarla al inframundo, el Reino de los muertos y solicitar lo imposible a un intransigente dios: Hades (Plutón).
Al llegar, pide a Caronte, el barquero, que lo cruce en su barca hasta la otra orilla de la laguna Estigia, pero solo los muertos eran cruzados, Caronte inflexible, se niega. Orfeo entonces, comienza a ejecutar su lira, provocando el embelesamiento del barquero, quien finalmente accede a cruzarlo al otro lado. Y como la música calma a las bestias, utiliza el mismo recurso para convencer al can Cerbero, el guardián del lugar, para que le abra las puertas de éste.

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Finalmente luego de tantos contratiempos y ya frente al dios Hades, Orfeo suplica por su amada mientras "dale y dale" con su lira. Hades accede, también atrapado por la música, pero, sin embargo, pone como condición que Orfeo no contemple el rostro de Eurídice hasta tanto ambos hayan salido del infierno. La letra chica que le dicen... Recordemos, que Hades era afecto a estratagemas, sino que le pregunten a su esposa Persefóne, que fue engañada para permanecer a su lado, como ya contamos en La Vida es Arte.

Orfeo atraviesa todo el inframundo en su camino de salida, pero antes de que la ninfa, pase a salvo por la última puerta, la curiosidad mató al gato, Orfeo, inquieto, no puede contener su impaciencia y mira hacia atrás para ver el rostro de Eurídice. (No, Orfeo,no lo hagas!) Pero lo hizo, miró, y en ese momento, ella le fue nuevamente arrebatada, convirtiéndose otra vez en una sombra inalcanzable.

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El enamorado desobediente es, sin más trámite, expulsado del infierno, quedando definitivamente separado de su amada. Ya no habrían más oportunidades.
Orfeo, desconsolado, culpándose por haber sido tan imprudente, y ya sin motivo alguno por el cual vivir, vaga por el mundo con su lira, ejecutando tristes melodías hasta cruzarse con las Ménades, el séquito del dios Dioniso, en una danza eterna, embriagadas y más descontroladas que nunca.
Cómo ya hemos contado, en su vida no todo era danza y diversión, ya que poseían poderes sobrenaturales que les permitían despedazar animales vivos y seres humanos, cuando necesitaban protegerse entre ellas o al dios Dioniso, entonces sacaban su lado mas violento y oscurito.

Es así que Orfeo además de todo lo que ya le había sucedido, tuvo la mala fortuna de cruzarse con estas chicas, que al parecer estaban en un mal día, pues le piden a Orfeo que toque alguna pieza de su repertorio y como éste por obvias razones se niega. Las Ménades enfurecidas por el desplante, le cortan sin más trámite la cabeza y la arrojan a un río. Algunos paseantes aseguran que en el sitio, aún se puede oír el sonido dulce y suave de su música.

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Rodin representa el espíritu de Eurídice flotando en la entrada oscura del inframundo mientras Orfeo duda en el umbral. Como no puede sentir su abrazo fantasma ni oír su voz espectral, Orfeo se vuelve para ver si ha venido su amada. Un instante después la verá y Eurídice desaparecerá para siempre.

LA OBRA
Orfeo y Eurídice
Artista: Auguste Rodin
Fecha: 1887/1893
Medio: mármol
Dimensiones: 123,8 × 79,1 × 64,5 cm
Peso: 388,3 kg