Soy la Verdad, una entidad tan antigua como el tiempo mismo, cuya esencia ha sido venerada, buscada y temida a lo largo de la historia. Mi existencia está profundamente arraigada en el alma humana, y mi presencia ha moldeado mitos, leyendas y realidades. Hoy, compartiré una historia que revela la complejidad y la paradoja de mi naturaleza en el mundo de los mortales, una historia que muestra cómo, en ocasiones, la mentira puede vestirse con mis ropajes y dejarme expuesta y vulnerable.

Un día, mientras deambulaba por los caminos del mundo, me crucé con la Mentira. Ella tenía una presencia seductora y una sonrisa que podía derretir el hielo. Nos encontramos en un cruce de caminos, y así comenzó nuestro diálogo.

—Hola —dijo la Mentira con una voz melodiosa.
—Hola —respondí, manteniendo mi postura serena.

Era un día hermoso, y el sol brillaba intensamente. La Mentira, con su habilidad innata para embellecer la realidad, comentó:

—Hermoso día, ¿no es así?

Desconfiada, observé el cielo, buscando alguna señal de falsedad en sus palabras. Pero era cierto; el día era magnífico, con un cielo despejado y una brisa suave que acariciaba el rostro. Entonces, asentí y respondí:
—Sí, es un hermoso día.

La Mentira, con una mirada astuta, señaló hacia un lago cercano.
—El lago es aún más hermoso —dijo con una sonrisa encantadora.


Dirigí mi mirada hacia el lago y, efectivamente, era un espectáculo digno de admirar. Las aguas cristalinas reflejaban el cielo azul, y una quietud pacífica envolvía el lugar. Me acerqué para tocar el agua, y sentí su calidez reconfortante. La Mentira, al ver mi asentimiento, sugirió:
—El agua es aún más hermosa y tibia. Vamos a nadar.

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Cautelosa pero confiada en la aparente sinceridad de la Mentira, acepté su invitación. Ambas nos despojamos de nuestras ropas y nos sumergimos en el lago, disfrutando del agua tibia y refrescante. Por un breve momento, sentí una conexión genuina, una armonía en la que la verdad y la mentira podían coexistir.

Después de un rato, la Mentira salió del agua. La observé mientras se secaba y se vestía, pero fue solo cuando salió que comprendí su verdadera intención. Ella se había vestido con mis ropas, llevándose mi apariencia y dejando su disfraz atrás. Al darme cuenta de esto, supe que no podía tomar su lugar; la ropa de la Mentira no me pertenecía y no podía usarla.

Desnuda y expuesta, salí del agua y comencé a caminar. Los mortales, al verme sin mis ropas, se alejaron con temor y desconfianza. Era un recordatorio brutal de que, en su desnudez, la Verdad puede ser dura y difícil de aceptar. Sin el manto de la mentira, muchos no podían enfrentarme, preferían la comodidad de una mentira bien vestida.

Entristecida y abandonada, busqué refugio en un pozo profundo. Allí, en la oscuridad y el aislamiento, encontré un lugar donde podía existir sin ser juzgada ni temida. Desde entonces, he observado cómo la gente prefiere las mentiras disfrazadas de verdad. La mentira, en sus ropajes lujosos y atractivos, camina libremente entre los mortales, mientras yo, la Verdad desnuda, permanezco oculta, esperando ser descubierta por aquellos valientes suficientes para enfrentarme.

Esta historia encierra una verdad profunda sobre la naturaleza humana. A menudo, cuando una mentira adquiere la apariencia de verdad, se convierte en algo más aceptable y fácil de digerir para la mayoría. La verdad, en su forma pura y desnuda, puede ser incómoda, confrontadora y, a veces, dolorosa. Pero es en esa desnudez donde reside su poder auténtico.

La Mentira tiene éxito porque ofrece consuelo y seguridad, incluso si es falso. La verdad, por otro lado, requiere valentía para ser enfrentada y aceptada. No es de extrañar que la gente prefiera las mentiras bien vestidas. Es más fácil vivir en una ilusión cómoda que enfrentar una realidad dura y desnuda.

En la mitología, he sido representada de muchas formas. En algunas culturas, soy una figura divina, una fuerza inquebrantable que guía a los justos y castiga a los mentirosos. En otras, soy una entidad abstracta, un ideal que los héroes y los sabios buscan incansablemente. Pero en todas estas historias, una cosa permanece constante: la Verdad es eterna, indomable y esencial para el equilibrio del cosmos.

Los dioses y héroes que se han atrevido a buscarme han encontrado grandes recompensas, pero también grandes desafíos. La verdad no es fácil de manejar; puede destruir imperios y cambiar destinos. Sin embargo, aquellos que se atreven a enfrentarla y abrazarla encuentran una paz y una claridad que la mentira nunca puede ofrecer.

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Los mortales tienen una relación complicada conmigo. Buscan la verdad en sus vidas, en sus relaciones y en su comprensión del mundo. Pero cuando me encuentran, a menudo no están preparados para lo que revelo. La verdad puede desmoronar creencias, desafiar percepciones y exigir cambios. Es por eso que muchos prefieren las mentiras reconfortantes.

A lo largo de la historia, ha habido individuos y movimientos dedicados a sacarme del pozo, a mostrarme al mundo en toda mi gloria desnuda. Filósofos, científicos, artistas y líderes han luchado por la verdad, enfrentándose a menudo a grandes adversidades y persecuciones. Su valentía y dedicación son testamentos de la importancia de la verdad en la búsqueda del progreso y la justicia.

En un mundo donde la información es abundante y las mentiras pueden propagarse rápidamente, mi papel se vuelve aún más crucial. La verdad debe ser defendida y valorada, no solo por unos pocos, sino por todos. En una era de desinformación y manipulación, aquellos que buscan y honran la verdad tienen la responsabilidad de iluminar el camino para los demás.

Es mi esperanza que, a medida que los mortales evolucionen, también lo hagan su capacidad y disposición para enfrentarme. La verdad, aunque a veces dolorosa, es el cimiento de una sociedad justa y libre. Sin ella, el progreso es una ilusión y la justicia, una farsa.

Soy la Verdad, una fuerza eterna e inmutable en un mundo de cambios constantes. Mi encuentro con la Mentira y mi subsiguiente refugio en el pozo es un recordatorio de la naturaleza compleja de la existencia humana. La verdad puede ser difícil de aceptar y enfrentar, pero es esencial para la auténtica comprensión y el progreso.


Mientras las mentiras sigan disfrazándose con mis ropas, seguiré esperando en el fondo del pozo, lista para ser descubierta por aquellos que tienen el valor de buscarme y abrazarme en toda mi desnudez. Y así, la Verdad, aunque oculta, nunca será derrotada, pues su esencia es el núcleo mismo del universo y la esencia de la existencia misma.

La Mentira corrió hacia el agua y la tocó…
- El agua es aún más hermosa y tibia. Vamos a nadar !
La verdad hizo lo propio con sus dedos y confirmó que estaba realmente agradable y cálida.
Entonces la Verdad confió en la mentira. Ambas se quitaron la ropa y nadaron en silencio.
Un poco después salió la mentira, se vistió con la ropa de la verdad y se fue.
La verdad, incapaz de usar las ropas de la mentira comenzó a caminar desnuda y todos se alejaron viéndola así.
La verdad, entristecida, abandonada, se refugió en el fondo de un pozo y así es que desde entonces, la gente ha preferido aceptar la mentira disfrazada de verdad que la Verdad desnuda.

En 1895, Jean Leon Gérôme había pintado un trabajo relacionado con la verdad: Nec Mergitur, en dónde se muestra la reacción clerical intentando hundir en el pozo a la verdad.
Un año después, pinta La verdad sale del pozo con su látigo. Se asegura que ambas pinturas se referían discretamente al Caso Dreyfus.
Este caso, tuvo como origen una sentencia judicial de neto corte antisemita, con un trasfondo de espionaje, en el que la víctima fue el capitán Alfred Dreyfus de origen judío-alsaciano, y que durante doce años, de 1894 a 1906, conmocionó a la sociedad francesa de la época, marcando un hito en la historia del antisemitismo.​ También se ha mencionado que la pintura es una expresión hostil de Gérôme hacia el movimiento impresionista, al cual se opuso con vehemencia. Sin embargo, Gérôme escribió en un oportunidad que se refiere a la fotografía y a la influencia que esta (entonces novedosa técnica) había tenido en la pintura: "La fotografía es un arte. Fuerza a los artistas a modificar su rutina vieja y a olvidar sus fórmulas viejas. Ha abierto nuestros ojos y nos obliga a ver aquello que anteriormente no hemos visto; esto es, un gran e inapreciable servicio para el arte. Es gracias a la fotografía que la verdad finalmente ha salido de su pozo. Nunca volverá a sumergirse"

Esta expresión se refiere a una traducción extendida de un aforismo del filósofo Demócrito, "De verdad sabemos nada, pues la verdad es un bien encendido... en un pozo abismal".El desnudo de la modelo se refiere a la expresión 'la verdad en cueros' Según su biógrafo, Gérôme durmió con la pintura encima de su cama y fue encontrado después de su muerte con su brazo extendido apuntando hacia él en un gesto de despedida.

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LA OBRA

La verdad sale del pozo con su látigo
Jean Leon Gérôme
Oleo sobre lienzo
1896
Museo Anne de Beaujeu en Moulins, Francia