Los griegos no tenían un infierno tal como lo imaginamos nosotros, pero tenían el Tártaro, una región del inframundo donde se enviaba a las "manzanas podridas" a sufrir tormentos eternos. Tenía varios habitantes famosos, entre ellos: Tántalo, Sísifo e Ixión, cada uno de ellos condenados por crímenes atroces contra los dioses.

Tántalo, que mató a su hijo, lo cocinó y luego trató de engañar a los dioses para que se lo comieran. Sísifo quien como ya hemos contado en La Vida es Arte era promotor de la navegación y el comercio, pero también muy avaro y codicioso y recurría a todo tipo de medios ilícitos para conseguir más riqueza, entre los que se contaba el asesinato de viajeros y caminantes, dirán ustedes que eso fue por lo que terminó en el Tártaro, pero no, fue testigo de uno de los tantos raptos por parte de Zeus, en esta ocasión, la víctima fue Egina, la hija del dios fluvial Asopo. Sísifo estaba en el lugar y momento equivocados. Zeus se enteró que Sísifo le había contado al padre lo que sucedió con su hija. Y a pesar que Sísifo juró por "todos los dioses antiguos y los nuevos" no volver a decir esta boca es mía, el dios de dioses no dejaba cabos sueltos.
En resumen, el castigo fue peor que la muerte, se le impuso como castigo empujar una roca enorme cuesta arriba por una ladera empinada, para que antes de alcanzar la cima la piedra rodara hacia la base, en donde debía reiniciar su castigo, así por toda la eternidad.

También Ixion era otro de los prisioneros V.I.P, pues intentó violar a la diosa Hera, esposa de Zeus. Por su ofensa, Tántalo fue condenado a una sed y un hambre rabiosas, con comida y bebida eternamente fuera de su alcance (curiosamente el origen de nuestra palabra, tentar). Ixion estaba suspendido sobre una rueda en llamas.

Pero no fueron sólo los hombres los que terminaron en el Tártaro. También había 49 mujeres en este lugar, las hijas de un hombre llamado Danaus (de ahí su nombre, Danaides). Su crimen no fue contra los dioses sino contra los hombres: asesinaron a sus maridos en su noche de bodas, (por favor no hagan eso en sus casas). Para poder "quitarse la sangre de las manos" y ser absueltas, debian llenar una gran vasija con agua, un recipiente con agujeros en el fondo, que escurría el líquido tan pronto como se lo intentaba llenar, un castigo con una gran moraleja: El perdón, a pesar de la esperanza en conseguirlo, a veces es imposible.

Danaides

Las Danaides
John William Waterhouse
Género pintura mitológica
Fecha 1903
Técnica óleo sobre tela
Dimensiones Altura: 154,3 cm; Ancho: 111,0 cm
Colección privada