El titán inmortal domina nuestro imaginario colectivo a la hora de hacer balance del impacto en la condición humana del progreso científico y técnico.
Según la mitología griega, todo comenzó con el Caos, del cual surgió la Madre Tierra. Mientras dormía, ella engendró a Urano, el Cielo. Urano, además de fecundarla con una lluvia que creó las aguas, plantas y animales, tuvo hijos semidivinos. Los primeros fueron los Gigantes de cien brazos, seguidos por tres cíclopes, quienes también engendraron descendencia. Estos últimos, en rebeldía, fueron desterrados por Urano al mundo subterráneo, dando origen a otra raza: los siete titanes.
El más joven de ellos, Cronos (el Tiempo), al castrar a su padre y liberar a los cíclopes, fue designado soberano por estos y luego confinó a los cíclopes bajo tierra por su orden. Después, Cronos se casó con su hermana Rea.
Cronos y Rea tuvieron varios hijos, pero debido a una maldición de Urano y la Madre Tierra, que auguraba la caída de los usurpadores, Cronos devoraba a sus hijos al nacer. Sin embargo, Zeus fue escondido por su madre enojada con su esposo.
Cuando Zeus creció, enfrentó a Cronos en una larga guerra. Los titanes lucharon por Cronos, mientras que gigantes y cíclopes, liberados por Zeus, lucharon por él y sus hermanos rescatados del vientre de Cronos. Zeus ganó, desterró a sus oponentes y estableció la jerarquía olímpica, convirtiéndose en su líder.
Uno de los pocos titanes que apoyó a Zeus fue Prometeo, el más sabio de su raza. Había convencido a su hermano Epimeteo de luchar a favor de Zeus, salvando así su vida.
Por haber ayudado en el parto de Atenea, la diosa le enseñó a Prometeo ciencias como astronomía, arquitectura, metalurgia y medicina, y este conocimiento lo compartió con los humanos.
Prometeo siempre protegió a los humanos, incluso enseñándoles cómo ofrecer sacrificios a los dioses. Además, les proporcionó el fuego después de que Zeus se lo quitara en represalia por su engaño.
Zeus, furioso por el robo del fuego divino, castigó a Prometeo encadenándolo en el Cáucaso, donde un águila le devoraba el hígado cada día, regenerándose continuamente. Epimeteo, siguiendo el consejo de Zeus, se casó con Pandora, creada por los dioses, pero curiosa por naturaleza.
Un día, Pandora abrió una caja que nunca debía destaparse, liberando todos los males sobre la humanidad, aunque la esperanza quedó encerrada en lo más profundo de la caja, evitando que los hombres se quitaran la vida en masa.
LA OBRA
Prometeo Encadenado
Peter Paul Rubens
(1618)
