En la antigua tradición griega, Afrodita (Venus para los Romanos) era una diosa nacida de la venganza. Urano, dios primigenio del cielo y padre de los titanes, arrojó a sus hijos insurgentes, los cíclopes, a las profundidades del inframundo. En represalia, la diosa madre, Gaia, persuadió a Cronos, el más joven de los Titanes, para que atacara a su padre. Mientras Urano dormía, Cronos lo castró sin compasión alguna y arrojó sus partes desmembradas a la tierra.

Su carne cayó en el mar Mediterráneo, el agua comenzó a hacer espuma. Poco después, Afrodita emergió de las aguas.

Cuando Afrodita entró en la asamblea de los dioses olímpicos en el monte Olimpo, quedó claro de inmediato que sería un problema. En una habitación de bellezas divinas, todos los ojos estaban puestos en ella. Cada uno de los dioses oró para poder llevarla a casa como su esposa, (no queda en claro a quien rezaban pues ellos eran los dioses) jeje....

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En fin, tanto estaban asombrados de su belleza, que al evaluar la situación, Zeus casó rápidamente a su hija adoptiva con el poco atractivo dios de la forja, Hefesto. Esta pareja infamemente desigual "empujó" pongamosle, a Afrodita a una serie de aventuras adúlteras. El más notorio de ellos fue con el dios Ares, aventura de la que ya hemos hablado en La Vida es Arte. Pero su promiscuidad se extendió a otros olímpicos: Hermes, Poseidón y Dioniso.

Afrodita podía incitar y dirigir el deseo a su antojo. "No hay nada entre los dioses benditos o entre los hombres mortales que se haya escapado de Afrodita", reza un himno homérico. “Incluso el corazón de Zeus, que se deleita en el trueno, es descarriado por ella; aunque él es el más grande de todos y tiene la suerte de la más alta majestad, ella seduce incluso a su sabio corazón cuando le place, y lo empareja con mujeres mortales, desconocidas para Hera" un claro ejemplo de quid pro quo entre dioses, se podria decir. Molesto por ser víctima de los caprichos de Afrodita, el todopoderoso Zeus avergonzó a la diosa haciéndola enamorarse de una serie de mortales, tampoco es que le costó mucho, jeje. Estos incluían a Adonis (a quien Afrodita compartió a regañadientes con la diosa Perséfone) y al héroe troyano Anchises, el padre de Eneas.

Cuando se la honraba debidamente, Afrodita podía ser una poderosa aliada. Recordemos que, durante el Juicio de París, el príncipe de Troya le dio una manzana de oro con la inscripción "A la más bella", enfureciendo a las competidoras de la diosa, Hera y Atenea. Como recompensa, Paris recibió a la mujer más bella del mundo, Helena. El príncipe griego Hipómenes oró a Afrodita para que lo ayudara en su búsqueda de la princesa Atalanta: "Ven, hermosa Afrodita, prospera la acción que me atrevo a pedirte y con tu gracia alimenta la llama del amor que has encendido". Pronto Atalanta fue suya. Del mismo modo, cuando Pigmalión, rey de Chipre, se enamoró de una escultura de marfil que había esculpido, rezó a Afrodita y la materia fría e inerte cobró vida.

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Pero todo tiene consecuencias, un amor salvaje es peligroso y deja heridos casi siempre. Afrodita entregó a Helena a París, pero Helena ya estaba casada con el rey griego Menelao. Años antes, Menelao había prometido sacrificar cien cabezas de ganado a Afrodita si ganaba la mano de Helena. Sin embargo, después de la boda, el rey se olvidó de la promesa y la diosa, airada le quitó a su esposa para enviarla a Troya, lo que provocó la épica guerra. El padre de Helena, el rey espartano Tyndareus, también descuidó honrar a la diosa. y sus dos hijas fueron maldecidas con matrimonios desafortunados. Cuando el hijo del rey Teseo, Hipólito, osó desviar su mirada a la casta diosa Artemisa, una insultada Afrodita hechizó a su madrastra Fedra, provocando que se apoderara de ella una pasión salvaje por su hijastro que resultó en multiples y horribles muertes. Abundan otros ejemplos de su furia.

Cuando el troyano Anchises descubrió que se había acostado con la diosa de la belleza, se sintió invadido por el terror. Fue tal su admiración ante la diosa que desde entonces su virilidad quedó anulada, completamente destruida, pues tras haber visto a la diosa en su plena desnudez, no sería ya capaz de fijarse ni de amar a ninguna mortal. Pero además sabía que cuando un mortal y un inmortal se entrelazaban, a menudo corría peligro el mortal. Rezó pidiendo piedad. Afrodita lo consoló por su aventura de una noche: y le prometió que no le haría ningún daño, además de un gran hijo, Eneas. Pero, atento hombres boquiflojos, si Anquises se jactaba de su indiscreción, todas las promesas serían canceladas. "Abstente de nombrarme", le advirtió. "Evita la ira de los dioses". Después de impartir este buen consejo, desapareció en el cielo ventoso. Segun los registrós, Anquises nunca dijo "esta boca es mia". Quien se atrevería con semejante amenaza celestial.

En 1863, Cabanel produjo una de sus obras de arte más célebres titulada Naissance de Venus (Nacimiento de Venus). Se exhibió en el Salón de ese año y, en el año del cuadragésimo aniversario de Cabanel, que a pesar de las criticas de la época, marcó el punto culminante de su carrera. La obra fue adquirida por Napoleón III para su colección personal.

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LA OBRA

El nacimiento de Venus
Artista: Alexandre Cabanel
1863
Oleo sobre lienzo
Tamaño: 225 cm × 130 cm
Ubicación: Musée d'Orsay