Antes de sumergirnos en la lista de monstruos, hazañas y viajes imposibles, debemos despejar una duda que ha confundido a los amantes del arte y la historia por siglos: ¿Estamos hablando de Heracles o de Hércules? La respuesta es sencilla pero reveladora. Heracles es su nombre original griego, que irónicamente significa "Gloria de Hera". Hércules es simplemente la adaptación romana del mismo héroe.

Lo curioso es que Hera, la reina de los dioses, no fue precisamente su protectora, sino su mayor enemiga. Heracles era el fruto de una de las tantas infidelidades de Zeus con una mortal, Alcmena. Hera, consumida por los celos, persiguió al héroe desde su nacimiento. Fue ella quien, en un ataque de locura inducido, provocó que Heracles cometiera el crimen más terrible de su vida: asesinar a su propia esposa e hijos. Al despertar y ver la masacre, el héroe buscó redención. El Oráculo de Delfos le dio la respuesta: debía ponerse al servicio de su primo Euristeo, el rey de Micenas, y completar diez trabajos (que terminaron siendo doce) para purificar su alma y alcanzar la inmortalidad. Así comenzó la saga más famosa de la mitología clásica.

 los trabajos de Hercules

 

1. El León de Nemea: Una piel impenetrable

 El primer encargo de Euristeo parecía una sentencia de muerte. En los bosques de Nemea habitaba un león cuya piel era tan gruesa que ninguna arma de bronce o hierro podía atravesarla. Heracles intentó dispararle flechas, pero estas rebotaban como si golpearan una roca. Comprendiendo que la fuerza bruta era su única opción, el héroe acorraló a la bestia en su cueva y, tras una lucha cuerpo a cuerpo que hizo temblar la tierra, lo estranguló con sus propias manos.

 Pero el trabajo no terminaba ahí. Euristeo quería una prueba. Heracles intentó desollar al animal, pero ningún cuchillo servía. Fue entonces cuando utilizó las propias garras del león para cortar la piel. Desde ese día, el héroe vistió la piel del león como armadura y su cabeza como casco, convirtiéndose en la imagen icónica que todos reconocemos en la escultura clásica.

 

2. La Hidra de Lerna: El terror de las mil cabezas

 En los pantanos de Lerna vivía un monstruo acuático de múltiples cabezas y aliento venenoso. Este trabajo resultó ser una pesadilla logística: cada vez que Heracles cortaba una cabeza, dos más brotaban en su lugar. Además, Hera envió un cangrejo gigante para morder los talones del héroe durante la batalla.

Heracles pidió ayuda a su sobrino Yolao. Mientras el héroe cortaba las cabezas, Yolao quemaba los cuellos con una antorcha para cauterizar la herida y evitar que las cabezas renacieran. Finalmente, Heracles aplastó la cabeza inmortal de la Hidra bajo una roca gigante y mojó sus flechas en la sangre venenosa del monstruo, obteniendo un arma letal que usaría en el futuro. Euristeo invalidó este trabajo alegando que había recibido ayuda, obligándolo a realizar más tareas.

 

3. La Cierva de Cerinea: La prueba de la paciencia

No todos los trabajos consistían en matar. La cierva de Cerinea tenía pezuñas de bronce y astas de oro, y era tan veloz que podía superar a una flecha en pleno vuelo. Además, estaba consagrada a Artemisa, por lo que Heracles no podía herirla sin desatar la furia de la diosa.

El héroe la persiguió durante un año entero por toda Grecia y más allá. Finalmente, logró capturarla cuando el animal se detuvo a beber. Al encontrarse con Artemisa y Apolo, Heracles explicó con humildad que lo hacía por mandato del oráculo y la redención de sus pecados. La diosa, conmovida, le permitió llevarse a la cierva viva con la condición de liberarla después.

 los trabajos de Hercules

 

4. El Jabalí de Erimanto: Captura en la nieve

Euristeo ordenó entonces capturar a un jabalí gigante que aterrorizaba la región de Erimanto. Era una bestia de fuerza colosal. Heracles, usando su ingenio, persiguió al jabalí hacia las cimas de las montañas cubiertas de nieve profunda. El animal, pesado y cansado, quedó atrapado en la nieve, lo que permitió al héroe encadenarlo fácilmente.

Se cuenta que cuando Heracles llegó a Micenas con el jabalí al hombro, Euristeo estaba tan aterrorizado que se escondió dentro de una tinaja de bronce, una imagen muy repetida en la cerámica griega para burlarse de la cobardía del rey frente al valor del héroe.

 

5. Los Establos de Augías: Ingenio sobre fuerza

Este trabajo era una humillación diseñada por Euristeo. El rey Augías tenía miles de cabezas de ganado, y sus establos no se habían limpiado en treinta años. El olor y la suciedad eran insoportables. Heracles debía limpiarlos en un solo día.

En lugar de usar una pala, el héroe utilizó la naturaleza. Abrió brechas en las paredes de los establos y desvió el cauce de dos ríos cercanos, el Alfeo y el Peneo. El agua corrió con fuerza arrastrando toda la inmundicia en cuestión de horas. Nuevamente, Euristeo invalidó el trabajo porque Heracles había pedido un pago a Augías (que el rey luego se negó a dar), sumando más peso a su penitencia.

 

6. Las Aves del Estínfalo: Flechas y castañuelas

En el lago Estínfalo habitaban unas aves feroces con picos, alas y garras de bronce, que lanzaban sus plumas como si fueran flechas y devoraban a hombres y cosechas. El bosque era tan denso que Heracles no podía entrar a buscarlas.

La diosa Atenea intervino regalándole unas castañuelas de bronce fabricadas por Hefesto. El héroe subió a una colina y las hizo sonar con tal estruendo que las aves volaron despavoridas. Mientras estaban en el aire, Heracles utilizó su puntería perfecta y sus flechas envenenadas para derribarlas una a una, liberando a la región de la plaga.

los trabajos de Hercules

7. El Toro de Creta: El origen del Minotauro

Heracles viajó a la isla de Creta para capturar al toro que Poseidón había enviado al rey Minos. Este animal era el mismo que, tras una serie de mitos oscuros, se convertiría en el padre del Minotauro. El toro campaba a sus anchas sembrando el caos.

Heracles luchó con el animal, lo dominó por los cuernos y lo montó a través del mar hasta Micenas. Euristeo quiso sacrificarlo a Hera, pero la diosa rechazó el regalo porque venía de Heracles, por lo que el toro fue liberado y terminó vagando hasta Maratón.

 

8. Las Yeguas de Diomedes: Una dieta de carne humana

Diomedes, rey de Tracia, alimentaba a sus cuatro yeguas salvajes con la carne de los extranjeros que llegaban a sus tierras. Los animales eran tan feroces que debían estar encadenados a pesebres de hierro.

Heracles derrotó al rey y, en un acto de justicia poética, alimentó a las yeguas con el cuerpo de su propio dueño. Al comer la carne de Diomedes, las yeguas se volvieron mansas de inmediato. El héroe las llevó ante Euristeo, quien finalmente las consagró a Hera.

 

9. El Cinturón de Hipólita: Diplomacia y traición

La hija de Euristeo quería el cinturón mágico de Hipólita, la reina de las Amazonas. Heracles viajó hasta Temiscira esperando una guerra, pero Hipólita, admirada por las hazañas del héroe, accedió a entregarle el cinturón pacíficamente.

Hera, furiosa porque el trabajo fuera tan fácil, se disfrazó de Amazona y corrió el rumor de que Heracles quería secuestrar a la reina. Se desató una batalla sangrienta en la que Hipólita murió y Heracles tuvo que abrirse paso luchando para escapar con el botín, lamentando que la traición divina hubiera arruinado un acuerdo de paz.

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10. El Ganado de Gerión: Viaje al fin del mundo

Para robar el ganado rojo del gigante Gerión, Heracles tuvo que viajar hasta los confines del mundo conocido (cerca de la actual Cádiz). Gerión era un ser con tres cuerpos y tres cabezas, protegido por un perro de dos cabezas llamado Ortro.

Durante el viaje, el calor del sol era tan intenso que Heracles, enfurecido, disparó una flecha al dios Helios. El dios, lejos de castigarlo, admiró su valor y le prestó una copa de oro gigante para navegar por el océano. Heracles mató a Ortro, al pastor y finalmente al gigante de tres cuerpos, arreando el ganado de vuelta a Grecia. En este viaje, se dice que separó las montañas para crear lo que hoy conocemos como el Estrecho de Gibraltar (las Columnas de Hércules).

 

11. Las Manzanas de las Hespérides: El peso del cielo

Como Euristeo había invalidado dos trabajos, Heracles tuvo que realizar dos más. El primero fue conseguir las manzanas de oro del jardín de las Hespérides, un regalo de Gea a Hera. El problema es que nadie sabía dónde estaba el jardín.

Tras luchar con Nereo para obtener la ubicación, Heracles llegó hasta el titán Atlas, quien sostenía el cielo sobre sus hombros. Heracles se ofreció a cargar el firmamento si Atlas iba por las manzanas (ya que solo un dios o un pariente podía entrar al jardín). Atlas aceptó, pero al volver con las manzanas, no quería retomar su carga. Heracles fingió aceptar, pero le pidió a Atlas que sostuviera el cielo un momento mientras él se acomodaba una almohadilla en los hombros. Cuando el titán cargó el cielo, Heracles recogió las manzanas y se marchó.

 

12. El Cerbero: Descenso a los infiernos

El último trabajo era el más imposible de todos: capturar al perro de tres cabezas que custodiaba la entrada al Inframundo, el Cerbero. Heracles descendió al Hades y habló con el dios de los muertos.

Hades aceptó dejarle llevar al perro con una condición: debía dominarlo sin usar armas. Usando solo su fuerza sobrehumana y su capa de león, Heracles asfixió ligeramente a las tres cabezas hasta que el animal se rindió. Al llevar al monstruo ante Euristeo, el rey se asustó tanto que volvió a esconderse en su tinaja. Heracles finalmente devolvió al perro al Hades, habiendo completado su redención.

 los trabajos de Hercules

 

El Legado del Héroe

Los 12 trabajos de Heracles no son solo historias de monstruos. Representan la lucha del ser humano contra lo imposible, el triunfo de la voluntad sobre el destino y la búsqueda de perdón. Tras cumplir estas tareas, Heracles no solo limpió su nombre, sino que se convirtió en el protector de la humanidad. A su muerte, fue ascendido al Olimpo como un dios, ocupando finalmente su lugar entre las estrellas.

Su imagen ha inspirado a miles de artistas, desde los relieves de los templos griegos hasta las grandes pinturas de Rubens o las esculturas de Canova. Heracles nos enseña que, no importa cuán pesado sea nuestro fardo o cuántos monstruos debamos enfrentar, siempre hay un camino hacia la luz.