Hades, llamado Plutón por los romanos, era el dios del inframundo griego, la tierra de los muertos en la mitología griega y romana. Mientras que algunas religiones modernas consideran el inframundo como el infierno y a su gobernante como la encarnación del mal, los griegos y romanos vieron el inframundo como un lugar de oscuridad ineludible. Aunque estaba escondido de la luz del día y de los vivos, el propio Hades no era malvado. En cambio, era el guardián de las leyes de la muerte, un soberano sombrío pero rigurosamente justo.
El dios del inframundo era conocido por muchos nombres: Zeus del inframundo (debido a su rango divino), Aïdes (el invisible, por el casco que lo hacía indetectable), Plutón (el dador de riquezas, un eufemismo que hacía referencia a los tesoros que provienen de la tierra), Polydegmon (el hospitalario, pues siempre hay lugar para un alma más), Euboueus (sabio en el consejo) o Klymenos (el renombrado gobernante de los muertos).
Según la mitología griega, Hades fue uno de los hijos de los Titanes Cronos y Rea. Sus otros hijos incluían a Zeus, Poseidón, Hestia, Deméter y Hera. Al escuchar la profecía de que sus hijos lo derrocarían y asesinarían, Cronos devoró a todos excepto a Zeus, como ya hemos contado en La vida es Arte. Zeus logró obligar a su padre a vomitar a sus hermanos, y los dioses se embarcaron en la gran guerra contra los Titanes, la Titanomaquia. Después de ganar la guerra, los tres hermanos principales dejaron a la suerte determinar quién gobernaría sobre los tres reinos. Zeus se convirtió en el gobernante del cielo, Poseidón del mar y Hades del inframundo; y claro, Zeus también mantuvo su papel de Rey de los Dioses.

Después de recibir el control de su reino, Hades se retiró y, viviendo una existencia aislada, tuvo poco que ver con el mundo de los seres humanos o dioses vivientes. Aunque rara vez aparece en el arte griego, cuando lo hace, Hades lleva un cetro o una llave como signo de su autoridad; los romanos lo ilustran llevando una cornucopia, símbolo de las riquezas subterráneas. A menudo se le ve como una versión enojada de Zeus, y el romano Séneca lo describió con "el aspecto de Júpiter, pero cuando truena". Tiene además un sombrero de oscuridad que usa para ocultarse en las sombras.
Tanto en la mitología griega como en la romana, a pesar de los distintos nombres, Hades es el gobernante de los muertos, sombrío y triste en su carácter, y severamente justo e inflexible en el desempeño de sus deberes. Es el carcelero de las almas de los muertos, mantiene cerradas las puertas del inframundo y se asegura de que los mortales muertos que entraron en su reino oscuro nunca escapen. Solo dejó el reino él mismo para secuestrar a Perséfone como su esposa; y ninguno de sus compañeros dioses lo visitó excepto Hermes, quien se aventuró a entrar cuando sus deberes lo exigían.

La Topografía del Inframundo Griego: No es el Infierno Cristiano
Un dios aterrador pero no malévolo, Hades contaba con muy pocos adoradores en la superficie. Si bien el inframundo era la tierra de los muertos, hay varias historias, incluida La Odisea de Homero, en las que los hombres vivos van al Hades y regresan a salvo. Cuando el dios Hermes entregaba almas al inframundo, el barquero Caronte las transportaba a través del río Estigia. Al llegar a las puertas del Hades, las almas eran recibidas por Cerbero, el terrible perro de tres cabezas, que permitía a las almas entrar en el lugar de la niebla y la oscuridad, pero evitaba que regresaran a la tierra de los vivos.
La diferencia crucial con el Infierno cristiano es que el Hades era el destino de todas las almas, independientemente de su moralidad. En algunos mitos posteriores, se juzgaba a los muertos para determinar la calidad de sus vidas. El inframundo se dividía en secciones:
- Los Campos Elíseos: Para aquellos considerados buenas personas y héroes. Bebieron del río Leteo para olvidar todas las cosas malas y pasar la eternidad en un lugar de felicidad perpetua.
- El Tártaro: Una prisión profunda, rodeada de bronce, reservada para Titanes y aquellos que habían cometido crímenes atroces contra los dioses (como Sísifo o Tántalo). Esta era la versión más cercana al concepto de un "infierno".
- Los Campos de Asfódelos: El lugar para las almas comunes, ni especialmente buenas ni malas, donde llevaban una existencia gris y sin propósito.
El principal mito asociado con Hades es cómo obtuvo a su esposa, Perséfone, mito que ya hemos contado en detalle. Pero hay otros mitos que demuestran su poder, como el trabajo de Heracles, quien tuvo que traer a Cerbero del Inframundo, o el intento fallido de Teseo y Pirítoo de secuestrar a Perséfone, que terminó con ambos atrapados en asientos de olvido.

La Divina Comedia: Una Nueva Visión del Infierno
La mitología y los libros sagrados no fueron las únicas fuentes de inspiración literaria para la pintura. Los poemas épicos también han sido un género que generó grandes obras. El Infierno de Dante, la primera parte de La Divina Comedia (escrita a principios del siglo XIV), es un poema épico que narra el viaje de Dante Alighieri a través del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso, guiado inicialmente por el poeta romano Virgilio. A diferencia del Hades griego, el Infierno de Dante es una estructura moral, diseñada para castigar cada pecado humano con un suplicio apropiado, creando una topografía de terror organizada en nueve círculos concéntricos.
La Divina Comedia se convirtió en una fuente inagotable de inspiración para artistas de todas las épocas, desde las ilustraciones del poema original hasta pinturas reales de diferentes estilos y técnicas. Una de las más destacadas, y la que analizamos aquí, es esta magnífica obra de William-Adolphe Bouguereau.

Bouguereau y el Virtuosismo Académico
William-Adolphe Bouguereau (1825-1905) fue un maestro de la pintura académica francesa, conocido por su realismo idealizado y su técnica impecable. Su obra, pintada en 1850 y titulada oficialmente Dante y Virgilio en el Infierno, es un ejemplo impactante de cómo el arte académico del siglo XIX recurría a la literatura para crear escenas de alto dramatismo y virtuosismo técnico.
La escena se desarrolla en el octavo círculo del Infierno, reservado para falsificadores. Bouguereau captura un momento específico y particularmente brutal narrado por Dante: el ataque feroz de Gianni Schicchi (un usurpador italiano condenado por falsificar la identidad de un muerto) a Capocchio (un famoso alquimista condenado por falsificación). Es una escena de furia caníbal.
La composición está diseñada para maximizar el horror. En el centro, los cuerpos desnudos de los dos condenados se retuercen en una lucha salvaje. La posición exagerada y la torsión de los cuerpos son una demostración de la maestría de Bouguereau en la anatomía clásica. La perfecta representación de la forma y la tensión de los músculos, la fiereza de los rostros, la carne desgarrada bajo el agarre del atacante, las venas hinchadas bajo el enorme esfuerzo físico, todo atestigua a favor de esta pintura a la vez horrible y extremadamente hermosa. El realismo pictórico en la representación de los dos cuerpos, que los ojos del espectador miran instintivamente, es de excelencia cinematográfica.
A un lado de la escena, como observadores y jueces, se encuentran los dos poetas. Se puede ver el terror en el rostro de Dante (el hombre del traje rojo y negro en la parte de atrás), un mortal abrumado por el horror del castigo divino. En marcado contraste, su guía, el poeta romano Virgilio, parece bastante indiferente a la pelea, manteniendo la calma y la razón, reflejando su estatus como guía clásico y símbolo de la razón humana, inmutable ante el caos emocional. En el fondo, se pueden ver almas torturadas y atormentadas, junto con un diablo sonriente de brazos cruzados que vuela sobre sus cabezas, añadiendo un toque macabro.

Dante y Virgilio fue la primera gran obra que Bouguereau expuso en el Salón de París. Aunque hoy es más conocido por sus delicados cuadros de ninfas y niños, esta pintura temprana demostró su enorme talento para la pintura histórica y la capacidad de crear escenas de gran pathos. La obra fusiona la iconografía literaria medieval con la técnica pulcra y el virtuosismo anatómico del academicismo, creando una imagen inolvidable de la justicia divina a través del castigo. El contraste entre la serena maldad del Infierno dantesco y la justicia fría del Hades griego es una lección de historia y filosofía que solo el arte, a través de los siglos, puede impartir.
LA OBRA
Dante y Virgilio (o Dante y Virgilio en el Infierno)
Artista: William-Adolphe Bouguereau
Técnica: Óleo sobre lienzo
Fecha: 1850
Ubicación: Musée d'Orsay, París
