¿Alguna vez has leído el Cantar de los Cantares? Es un texto que aparece en la Biblia, en donde se cuenta la historia de dos amantes, un joven pastor y la bella Sulamita, una figura hermosa y encantadora. Parecería extraño que un poema de amor, aparentemente profano, haya podido entrar en el canon de las Escrituras. El libro es muy pasional, casi erótico. Un poema de amor y fuertes sentimientos que se superponen, dificultando el desarrollo de los acontecimientos.
Dos hombres, se han enamorado de la misma mujer, la sulamita, uno de ellos es el rey Salomón, hijo de David, el otro un joven pastor con quien la mujer está comprometida. Las riquezas son una gran tentación, por supuesto, y también lo son los honores y todo lo que un ambiente real puede ofrecer a una mujer. Viene del campo y en el palacio del rey seguramente se habría convertido en su favorita. Sin embargo, ella prefiere el amor verdadero, el puro, aunque pobre, del joven pastor. Un amor tan grande e inmenso del que se dirá: “las grandes aguas no pueden extinguir el amor y los ríos no pueden anegarlo”. Un hombre no puede comprar el amor con sus riquezas, de lo contrario no sería amor, esta es la moraleja de estos encantadores versos.
La sulamita, es rica en los dones de Dios, la belleza ejemplar, la gran dulzura y nobleza de alma y un encanto como para encantar al rey Salomón, que pudo tener muchas mujeres hermosas y tuvo muchas. Más de mil mencionan el texto sagrado. Pero aquí hay algo diferente, algo encantador, es una belleza que parte desde adentro, una belleza que no todas las mujeres pueden tener y que no se desgasta con los años; este tipo de belleza suscita sentimientos de amor, porque no es sólo la armonía de los rasgos sino la bondad del corazón lo que, acompañado de una especie de fragilidad indefensa, aumenta su encanto.
Los primeros versos del Cántico narran el sufrimiento que la joven se ve obligada a experimentar; de hecho, fue maltratada por los hermanos que la enviaron a cuidar los viñedos. Su tez, siempre expuesta al calor del sol, es morena, y ella misma se define, con orgullo: “morena pero linda“. Los guardias del rey, habiendo notado esta hermosa criatura libanesa, la llevan al palacio donde el rey Salomón, el rey de las mil amantes, al verla, borracho de amor, le declara su pasión.
Sin embargo, el joven pastor, su prometido, no está dispuesto a perder a su amada y por eso, poniendo en riesgo su vida, la sigue y está dispuesto a todo para no dejarla nunca sola. Ante un amor tan intenso "fuerte como la muerte", el rey cede y la deja partir a su boda campestre. Parece una historia de telenovela, pero está escrita en la Biblia y por lo tanto escrita para dejar una enseñanza. La fuerza de este corazón tan sensible que no se enfada ante el intento de seducción, nos enseña que no sólo el amor vence a la riqueza, sino que un corazón que ama es un corazón que se alegra, que ríe, que es feliz, aunque haya algo que lo obstaculice.
El Rey Salomón, le pide a la mujer que baile y ella no se niega; su coraje la hace sonriente y llena de gracia, su amor logra estallar tanto que se vuelve hermosa a los ojos del rey, de esa belleza que viene de adentro y que nada tiene que ver con la sinuosidad y belleza de su cuerpo.
Al final del Cántico declara su amor ardiente por su prometido y dice: "Ponme como un sello en tu corazón, como un sello en tu brazo: insaciable como la muerte es el amor". Somos capaces de comprender la grandeza y profundidad de estos versículos escritos algunos siglos antes de Cristo pero que nos enseñan hoy que el amor conyugal es un sello, es una promesa. El Cantar de los Cantares es como la consagración de la Esposa y se considera el canto del Amor divino.
La novia de los Cánticos Sagrados es una de las esculturas más importantes de Gaetano Motelli. La lánguida figura representa a Sulamita (la novia que aparece en el Cantar de los Cantares) que suscitó gran atención en Milán cuando fue expuesta, precisamente por esa dulzura y ese aire dulcemente onírico, en contraste con la tensión que produce la pose de brazos y manos cruzadas al frente, que podría parecer excesiva, o al menos ambigua, para un tema religioso.
¡Ah, si me besaras con besos de tu boca!,
porque mejores son tus amores que el vino.
Delicioso es el aroma de tus perfumes,
y tu nombre, perfume derramado.
¡Por eso las jóvenes te aman!
¡Llévame en pos de ti! ¡Corramos!
¡El rey me ha llevado a sus habitaciones!
Fragmento de El cantar de los Cantares
LA OBRA
La Novia de los Cánticos Sagrados (La Sulamita)
Gaetano Motelli
Escultura de mármol
Año 1854
Museos Cívicos de Monza