A pesar del paso del tiempo, los nombres de muchas deidades y héroes griegos son bien conocidos hoy en día, pero al mismo tiempo, por cada nombre reconocible de la mitología griega, hay una docena más de nombres no tan conocidos, una de ellas es Hebe para los Griegos, Juventas para los Romanos. Hebe era la diosa de la juventud, hija divina de Zeus y su esposa Hera, esto la convertía en hermana de Ares y media hermana de Atenea y Hefesto. Mientras que a sus hermanos se les otorgó el título privilegiado de olímpicos, Hebe fue relegada a un papel menor. Cosas del patriarcado, denunciarán en la actualidad, pero en esa época, no había nada que discutir y menos denunciar.

En la mitología griega, Hebe fue considerada principalmente como la Diosa de la Juventud, o más particularmente, la Diosa de la Juventud Eterna. Sin embargo, éste fue solo uno de los numerosos roles asumidos por la diosa griega.

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Hebe fue una de las diosas de las ceremonias de boda, por lo que acompañaría a Hera, Harmonia y Afrodita en tales festejos.

Un papel más servil, por el que se la conoce, vino con el hecho de que ella también era asistente de Hera y Ares, como dijimos relegada a un segundo lugar. Hebe se aseguraría de que el carro de Hera estuviera preparado para el uso de su madre; y también bañaba y vestía a su hermano Ares.

Sin embargo, el papel más activo de Hebe era el de ser "copera" de los dioses, en el Monte Olimpo ella servía la ambrosía y el néctar a los otros dioses. Hebe finalmente sería reemplazada en este papel cuando su padre secuestró a Ganimedes, sobre que quien ya hemos hablado en La Vida es Arte, y convirtió al príncipe troyano en el copero. Aunque Hebe volvería a su papel anterior durante la Guerra de Troya, cuando Ganimedes dejó esta actividad tan "hogareña" para encargarse de otros asuntos.

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Sin embargo, Hebe podría haber renunciado voluntariamente a su papel de copera, ya que estaba destinada a casarse con Heracles cuando el héroe griego fue deificado en su pira funeraria. La madre de Hebe, Hera, fue enemiga de toda la vida de Heracles, incluso a pesar que el nombre del héroe había sido modificado para homenajear a la diosa, como forma de calmar la furia contra su marido por uno más de sus engaños, producto del cuál llegó a este mundo Alcides, luego devenido en Heracles.

Ahora bien, la deificación fue una recompensa por el papel del héroe en la Gigantomaquia, la guerra de los gigantes, un episodio de la mitología griega, posterior a la Titanomaquia, en dónde se enfrentaron los poderosos Titanes a los dioses olímpicos, así se logró finalmente la reconciliación entre Hera y Heracles, lo que permitió que la boda siguiera adelante.

Hebe y Heracles vivieron juntos en el Monte Olimpo, y Hebe daría a luz a dos hijos gemelos para Heracles, los dioses menores: Alexiares y Aniceto. Estos dos hijos, junto con Heracles, serían considerados como los protectores físicos en el Monte Olimpo.

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Esta particular obra de Canova nos trae a una increíble versión de Hebe, aunque se aleja de los giros barrocos y los elementos ajenos en beneficio de una composición pura, capaz de encarnar y transmitir acciones y sensaciones, Canova, máximo exponente del neoclasicismo, en su escultura revive la lección aprendida sobre los valores fundamentales del Arte antiguo: "Ir tras la búsqueda de la noble sencillez y la tranquila grandeza". Existen otras dos versiones de la obra.

En su obra, el artista veneciano derrama a la perfección gracia, armonía y compostura neoclásica, capturando admirablemente a Hebe. Reverente y silenciosa, como corresponde a una criada, la diosa avanza de puntillas, sobre una nube, con tal gracia que anula la gravedad del mármol que la sujeta. La estatua, en forma redonda, está perfectamente equilibrada en todas sus partes. El movimiento de las piernas, que ondula el ropaje que las cubre, se equilibra en la parte superior por la torsión del torso delicadamente alisado y la graciosa apertura de los brazos. En clara rivalidad con algunas esculturas clásicas, Canova decide enriquecer la estatua de Hebe con dos objetos de metal que la divinidad sostiene delicadamente en sus manos: un ánfora y una copa, objetos que fueron duramente criticados por estar "fuera de lugar".

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LA OBRA
Hebe
Autor Antonio Canova
Material: Mármol blanco
Museo del Hermitage
San Petersburgo