En el número 57 de la Calle de Turbigo, en el 3er distrito de París, se alza una de las decoraciones de fachada más impresionantes de la capital francesa: el Ángel de Turbigo. Esta monumental obra, también conocida como la gigantesca cariátide de Turbigo, ha capturado la atención de parisinos y visitantes por igual gracias a su majestuosidad y simbolismo.
La escultura, creada por Auguste Émile Delange, tiene una historia tan fascinante como su diseño. Fue originalmente concebida en 1851 como parte de un concurso de Bellas Artes cuyo tema era diseñar un faro en homenaje a Augustin Fresnel, el pionero de la óptica moderna. Aunque la propuesta de Delange no ganó el concurso, su diseño fue reutilizado en 1860 para adornar el edificio haussmanniano diseñado por Eugène Demangeat. Este inmueble, construido durante la renovación urbana liderada por el Barón Haussmann, refleja el espíritu de innovación y sofisticación de la época.
La obra fue incorporada a la fachada del edificio como un relieve monumental de aproximadamente nueve metros de altura. Desde entonces, se ha convertido en un símbolo de protección y elegancia, destacándose entre las innumerables cariátides y decoraciones arquitectónicas que embellecen París.
El Ángel de Turbigo combina elementos clásicos y modernos en su diseño. La figura está vestida con un atuendo inspirado en el estilo griego clásico, evocando las cariátides de la Acrópolis de Atenas. En su mano derecha sostiene un pequeño bolso, un accesorio típico del Segundo Imperio, que ha llevado a algunos a llamarla “la mujer de la bolsa”. En su mano izquierda lleva una ramita de mirra, un detalle que la conecta con las deidades griegas y el simbolismo de la antigüedad.
Aunque algunos debaten si esta obra es un relieve arquitectónico o una cariátide propiamente dicha, su función es puramente decorativa, sin un papel estructural. Su monumentalidad y refinamiento la convierten en una de las cariátides más altas y destacadas de París.
El Ángel de Turbigo está cargado de simbolismo, lo que ha dado lugar a diversas interpretaciones:
- Caridad y protección: Para algunos, la figura representa una entidad benéfica, dispuesta a ofrecer ayuda y protección a quienes lo necesiten.
- Conexión con la industria textil: Otros sugieren que simboliza el genio de la pasamanería, en referencia al barrio textil que rodeaba la Rue de Turbigo en el siglo XIX. Desde su inauguración en 1858, esta zona era conocida por su actividad en la producción de tejidos y adornos decorativos.
Estas interpretaciones reflejan la riqueza de significados asociados con la obra, que combina la funcionalidad arquitectónica con un profundo simbolismo artístico.
El edificio que alberga al Ángel de Turbigo es un ejemplo sobresaliente del talento y la creatividad de los artistas y arquitectos parisinos del siglo XIX. Durante la renovación urbana de París, se construyeron numerosos edificios haussmannianos, caracterizados por su armonía y refinamiento. Sin embargo, pocas fachadas cuentan con un elemento tan espectacular como el Ángel de Turbigo, que se erige como un testimonio de la riqueza cultural y artística de la ciudad.
Cómo visitar el Ángel de Turbigo
Para quienes deseen admirar esta maravilla arquitectónica, el Ángel de Turbigo se encuentra a pocos pasos del Museo de Artes y Oficios y cerca de la estación de metro Arts et Métiers (líneas 3 y 11). La zona ofrece un entorno perfecto para explorar la historia y el arte de París.
Después de disfrutar de la escultura, los visitantes pueden hacer una parada en la cercana pastelería Ernest & Valentin, famosa por su deliciosa repostería galardonada. Este pequeño rincón culinario es el complemento ideal para una jornada de descubrimiento cultural.
El Ángel de Turbigo no solo es una obra maestra de la escultura arquitectónica, sino también un reflejo de la rica historia y tradición artística de París. Con su imponente presencia y su simbolismo enigmático, esta cariátide monumental sigue fascinando a quienes la contemplan. Ya sea por su historia, su diseño o su contexto urbano, el Ángel de Turbigo es un destino imperdible para los amantes del arte y la arquitectura que visitan la Ciudad Luz.