El barco, atrapado en una gran tormenta desatada por Poseidón, se dirigió a Caribdis, donde toda la tripulación fue engullida sin compasión por el oceano. Solo Ulises sobrevivió, colgado de un mastil. Finalmente pudo aferrarse a restos del naufragio, estuvo a la deriva nueve días para finalmente llegar a la isla de Ogygia, donde fue recibido muy amablemente por Calypso. Muy rápidamente se enamoró del héroe, como ya habia sucedido con Circe, historia que

te contamos en La Vida es Arte, de igual manera ella le pidió que se quedara. Incluso le ofreció la inmortalidad y la eterna juventud. Pero nada ayudó: el amor de Ítaca su lugar en el mundo y Penélope, su adorada esposa siempre permaneció más fuerte en el corazón de Ulises, que pasaba sus días en la orilla contemplando el mar, con los ojos húmedos de lágrimas. Aconsejado por Atenea, Zeus se conmovió y envió a Hermes a ver a Calypso para pedirle que Ulises saliera de su isla. Calypso se sorprendió al ver a Hermes en la zona, le ofreció una comida de ambrosía y néctar rojo y le preguntó qué quería.

En un breve discurso, Hermes explicó que no estaba aquí por su propia voluntad y que cruzar interminables extensiones de agua salada no le agradaba, pero Zeus le había ordenado que fuera a verla y aqui estaba para decirle:

"Ahora Zeus te ordena que envíes a Ulises muy rápidamente, porque su destino no es morir lejos de sus amigos, sino volver a verlos y regresar a su morada".

A pesar de su dolor y del bebé recién nacido, Calypso obedeció. Ella vino a advertir al héroe que podía irse y que lo ayudaría a construir una balsa. El siempre desconfiado Ulises. no quiso creerle y le pidió que jurara solemnemente que no buscaba su desgracia y su pérdida en las amargas olas.

Así que Calypso juró a la Estigia, el más sagrado de los juramentos, que ayudaría al héroe a construir una balsa, le proporcionaría vino, pan y agua para su travesía. Una última vez le ofreció quedarse en su isla en lugar de correr hacia nuevos peligros y una vez éste más, deseó volver a ver a su esposa y su tierra natal. En cuatro días la balsa estuvo lista; al quinto día la divina Calipso, después de haberlo bañado y vestido con ropas perfumadas, lo despidió de la isla y le obsequió un viento suave y favorable.

Calypso no encontraba consuelo por la partida de Ulises. Su cueva ya no resonaba con su canción; las ninfas que la servían no se atrevían a hablarle. Calypso murió de pena algún tiempo después, aunque esta versión no se reconcilia con el hecho de que era casi inmortal, pero asi de imprecisa puede ser la mitologia.

En la versión de Fenelon, fue ella quien dio la bienvenida a Telémaco y Méntor, que habían ido en busca de Ulises. Méntor era un amigo de Ulises y al que este dejaba encargada la educación de su hijo durante su ausencia. de ahi proviene la palabra que usamos actualmente para referirnos a alguien que apoya a una persona o emprendimiento.

Telémaco es arrojado por una tormenta a la isla de Calypso. Ella sentia tanta pena desde la partida de Ulises, que dio la más calida bienvenida al hijo y le ofreció la inmortalidad, si quería quedarse con ella. Telémaco se negó, pero en cambio se enamoró de Eucharis, una seguidora de Calypso.

Instado por Calypso a contarle la historia de sus aventuras, Telémaco le contó su viaje a Pylos y Lacedaemon, su naufragio en la costa de Sicilia, el peligro que corrió allí de ser inmolado por los espíritus de Anchises, la ayuda que Méntor y él le dieron a Aceste, rey de este país, en una incursión de los bárbaros, y el agradecimiento que les mostró este príncipe, al entregarles una vasija fenicia para que regresaran a su país.

Si las obras que representan a Calipso no son muy frecuentes entre los griegos, en cambio los artistas de los siglos XVII y XVIII le mostraron mucho más interés, es el caso de esta bella pintura de Herbert James Draper.

 herbert james draper calypsos isle chico

LA OBRA

La isla de Calypso
Herbert James Draper
Fecha 1897
Técnica óleo sobre tela
Dimensiones Altura: 84,0 cm; Ancho: 147,3 cm
Colección Manchester Art Gallery