Cada tanto nos atrapa el sentimentalismo y publicamos historias relacionadas con el amor. La mitología tiene mucho de ésto y si bien son pocos los mitos que terminan con una cena de perdices, hay algunos. Pues bien, dicho esto, hablemos de amor... Eros, Storgé, Philia y Ágape son los términos que utilizaban los griegos para describir los diferentes tipos de amor.


Es que según su cultura, no todos los amores son iguales, sino que se dividen en estos cuatro interesantes tipos: Según la mitología griega, Eros era el principal dios responsable de la atracción sexual, el amor y el sexo, también de la fertilidad, de hecho su equivalente romano era Cupido el conocido Dios del enamoramiento, bah...El pibe de las flechas, el que da y quita, más quita que da. Pero que a pesar de todas las maldades que realiza y las promesas rotas, a tantas almas desdichadas, igualmente ocupa un sitio destacado en las publicaciones de La Vida es Arte. Eros, representa la pasión, el amor que se siente al principio de una relación, el fuego, la erupción volcánica amorosa, esa premura pasional combinada con idealización. En esta clase de amor, la atracción física es la que manda.

El segundo tipo de amor es Storgé, llamado el amor familiar, y se refiere al amor fraternal, no sólo entre familia, sino entre compañeros y amigos. Es un amor natural, un deseo desinteresado de compromiso y cuidado del otro, no hay pasión erótica en este tipo de afecto. Ni "premio" alguno.

El cuarto tipo, Philia, hace referencia a sentimientos de cariño y afecto que pueden ser totalmente independientes de las relaciones de carácter sexual, y aunque pudiera haber ese tipo de intereses, carecen de la intensidad de pasión arrebatadora del Eros, sin embargo, ese amor tiene la profundidad del Storgé.
Por último Ágape, describe al tipo de amor incondicional y reflexivo, en el que la persona sólo piensa en el bien del ser amado, también se traduce como caridad o altruismo, define a su vez el amor a una vocación, a la verdad, a la justicia y a la humanidad. Tiene que ver con sacrificarse por otra persona y por la verdad u otros valores. Dar sin recibir, dar anónimamente, etc.

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Venus de Urbino - Autor Tiziano

Son muchas las historias que involucran a dioses, divinidades menores, semidioses y otras criaturas. Por ejemplo la historia de Perseo y su lucha contra el monstruo marino Ceto por el amor de Andrómeda, pero hay muchas más con las que poder identificarnos.
Para los antiguos griegos, los dioses que habitaban el Monte Olimpo mostraban gran parte de las características humanas (físicas y morales), más algunas otras que solo ellos disfrutaban, como la inmortalidad y ciertos poderes extraordinarios, tales como el desplazamiento mediante el vuelo, la invisibilidad voluntaria y la capacidad de asumir una pluralidad de formas. Los dioses griegos se involucraban casa tanto, con los seres humanos que habían creado en el comienzo de los tiempos. Espiaban desde lo alto las actividades de sus criaturas, sobre todo cuando se trataba de satisfacer en ellos los caprichos de un inagotable apetito sexual. En esta especialidad Zeus era el campeón del mundo je je.
Como fruto de estos frecuentes intercambios carnales, ocurría el nacimiento de seres excepcionales, por un lado mortales, pero al mismo tiempo dotados de atributos superiores, dado su parentesco directo con los dioses.
De acuerdo al texto de Apuleyo, el amor del dios Eros por la mortal Psique, demuestra los riesgos que acarrea una relación entre personajes que pertenecen a mundos diferentes. Suele seguir sucediendo, al menos en las telenovelas... Eros protege a la hermosa joven de la maldición de Afrodita, su madre, celosa de la belleza de la mortal, que la condena a convertirse en esposa de un monstruo. La relación de la pareja se entabla en la oscuridad, para evitar que Eros pueda ser reconocido. Cuando ella queda embarazada, pide a su amante que traiga a sus hermanas. Cuando ellas ven el palacio donde vive Psique y comprueban su felicidad, verdes de envidia, la incitan a iluminar a su pareja y cortarle la cabeza. Eros abandona a su amada, que recurre nada menos que a Afrodita, quien le encomienda tareas imposibles, como rescatar un cofre del infierno. La historia tiene un final feliz, pero no cuesta deducir que las parejas mixtas entre dioses y mortales, son una fuente de problemas para unos y otros.

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 Neptuno y Amphitrite - París Bordone

La diosa Eos, la Aurora, cometió dos errores. El primero, enamorarse de un mortal, el joven Tithonos, tan bello como su hermano Ganímedes, que conquistó el corazón de Zeus. Deseosa de conservarlo como amante, Eos incurrió en un segundo error, cuando le pidió justamente a Zeus que convirtiera a Tithonos en inmortal y le permitiera morar en el Olimpo. Zeus convirtió su deseo en realidad y la pareja fue inmensamente feliz. El favor, con el tiempo, reveló una falla que lo revelaba como una maldición. Tithonos, a pesar de la inmortalidad que le había sido concedida, envejecía junto a la siempre joven Eos y la muerte no llegaba nunca.
Que los dioses incurrieran en algunas de las más frecuentes debilidades humanas, como la veleidad amorosa, los celos y la rabia por las heridas que sufre el amor propio, no era motivo de escándalo para los griegos, sino la garantía de que los seres sobrenaturales serían capaces de comprender mejor a sus criaturas cuando le tocara juzgar sus actos en este mundo o el otro. Los ocupantes del Olimpo solían formar parejas estables, incluso eternas, una situación que no los libraba de quedar expuestos a conflictos tan mezquinos como las infidelidades, las peleas conyugales y el ridículo de verse expuestos en esos menesteres ante sus iguales, como el caso de Zeus y Hera, que no entendían el concepto de lavar los trapos sucios en casa.
Zeus, padre de los dioses, estaba casado con Hera, protectora de la familia y los partos, cuya fidelidad resistía cualquier prueba, tal como en esa cultura de la Antigüedad se esperaba de cualquier esposa mortal. Ella solía comportarse como una mujer desconfiada, con sobradas razones, de lo que el marido hacía a sus espaldas. Y ya hemos contado infinidad de veces todo lo que hacía.

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Marte y Venus sorprendidos por Vulcano - Alexandre-Charles Guillemot

Pero incluso el comienzo tormentoso. Antes de casarse, Hera había resistido el cortejo de Zeus, rechazando los regalos que él le ofrecía. En lugar de resignarse a la negativa, el dios optó por asumir la forma de un "pajarito" mojado por la lluvia, que temblaba en la ventana. Conmovida, Hera lo llevó a su pecho para calentarlo y zassss, fue entonces cuando Zeus recuperó su verdadero aspecto y aprovechó la sorpresa para concretar sus deseos tanto tiempo postergados. Después de haber sido violada, Hera no podía hacer otra cosa que lo mismo que le correspondía hacer a una mortal: aceptar la propuesta de un matrimonio reparador, que la salvara de la deshonra. De Guatemala a Guatepeor. A partir ahí vivió un verdadero infierno, por cierto eterno. Zeus se encaprichó como los favores de Metis (hija del Océano), Temis (hija de Urano) Mnemosine, Europa, Danae, Leda, Himatia, Egina y mortales como Antíope y Semele, Alcmena, Ganímedes y una larga lista de etcéteras que culminaron en violaciones y abusos de todo tipo.
Pero también hay parejitas de las otras, de las más dulces en la mitología, o amores obsesivos como el de Persephone y Hades, raptada por Hades y llevada al infierno.

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Ariadna abandonada por Teseo - Angelica Kauffmann

Orfeo y Euridice, un galán que baja hasta el mismísimo infierno a rescatar a su esposa muerta Eurídice.
O Ares y Afrodita, o Venus y Marte depende de quien cuente el mito, una relación pasional de una bella diosa casada con un dios herrero al que no le gustaban ni los desplantes de su mujer ni mucho menos sus cuernos con Ares, sin embargo se transformó en una de las parejas de amantes más conocidas de la historia mitológica griega.
O la historia de Poseidon y Anfitrite, una nereida, hija del dios Nereo, Poseidón-Neptuno, el dios del mar y del océano, la amaba desde siempre e intentaba hacerla su esposa, pero la joven le temía y le rechazaba. Para evitar al dios, Anfitrite se dirigió hasta las profundidades del Océano, lejos del palacio del dios del mar, más allá de las Columnas de Hércules.
Unos delfines que nadaban por la zona la descubrieron y fueron a contárselo a Poseidón, el cual les encargó que llevaran a la joven a su presencia. Así lo hicieron y, en medio de un solemne cortejo de animales y divinidades marinas, condujeron a la joven hasta el dios que la tomó solemnemente por esposa y desde ese momento fue su compañera.
También la historia de Ariadna y su loco amor por Teseo y de como la chica ingeniosa había ayudado a su amor a vencer al minotauro, y a cambio la llevara lejos del tirano de su padre, un amante que en la huida se la olvida, sí, como en mi pobre angelito je je, y que luego de haber llorado a mares por el abandonador muchachito, se termina quedando en brazos de otro que pasaba por ahí, un tal Baco.
Como les decía al comienzo, en la mitología, así como en la vida misma, el amor te da y te quita como las flechas dulces y amargas de nuestro amigo Cupido.

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Apolo y Dafne - John William Waterhouse

LAS OBRAS

1

Venus de Urbino
Autor Tiziano
Fecha 1538
Técnica Óleo sobre lienzo
Tamaño 165 cm × 119 cm
Localización Galería Uffizi, Florencia

2

Neptuno y Amphitrite
París Bordone
Fecha 1560
Medio óleo sobre lienzo
Colección Colección privada

3

Marte y Venus sorprendidos por Vulcano
Alexandre-Charles Guillemot
1827
óleo sobre lienzo
Museo de Arte de Indianápolis

4

Ariadna abandonada por Teseo
Angelica Kauffmann
Año 1774
Óleo sobre lienzo
Museum of Fine Arts, Houston

5

Apolo y Daphne
Artista John William Waterhouse
Fecha 1908
Oleo sobre lienzo
Género pintura mitológica

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