Safo ha sido tema de muchas obras artísticas. Fue la primera poetisa de la que se tiene noticia; vivió en torno al año 600 aC residiendo casi siempre en la isla de Lesbos, salvo un tiempo de exilio en Sicilia motivado por luchas aristocráticas. Ella misma pertenecía socialmente a la clase alta, por lo que pudo llevar la vida propia de una mujer de su rango social, alejada necesariamente del ambiente de intrigas y luchas políticas.

Formó un grupo de mujeres dedicadas al culto a Afrodita en el que se cultivaba la poesía y la música, es decir, hacía de profesora de esta escuela fundada por ella misma y convivía con sus compañeras en un clima distendido y propicio a la contemplación y recreación de la belleza y del arte.

Tenía un estilo poético sencillo y claro en el que describía pasión amorosa física e intimista que dirigía a las mujeres de su grupo y a los dioses, especialmente a Afrodita. En sus obras presentaba el deseo como una poderosa potencia irracional y hablaba de las pasiones amorosas que se apoderan del ser humano y que se manifiestan en diversas formas como los celos, la nostalgia o el deseo.

Dulce madre mía, no puedo trabajar,
el huso se me cae de entre los dedos
Afrodita ha llenado mi corazón
de amor a un bello adolescente
y yo sucumbo a ese amor.

A pesar de que muy poco de su trabajo sobrevivió, Safo es fuente de fascinación para eruditos y artistas. Con los años, sus obras completas se perdieron: todo lo que queda son un puñado de poemas enteros y cientos de fragmentos transcritos en papiros antiguos. Algunos eruditos creen que escribió sus poemas para mujeres y niñas pertenecientes al culto de Afrodita, y que habrían celebrado hitos femeninos como la pubertad, el matrimonio y el parto. Pero a lo largo del siglo pasado, con más descubrimientos de su trabajo se llegó a comprender, el papel fundamental que desempeñó en la configuración del lenguaje del amor y el deseo, que todavía utilizamos hoy en día.

 

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Tal ha sido la fama de esta mujer, que ha adquirido el nombre de décima musa del mundo de la poesía.

Mengin nos muestra una Safo sola y feroz, de pie sobre rocas precarias. Se nos muestra el momento anterior a arrojarse al mar por amor desesperado y no correspondido por Phaon, un viejo barquero, a quien la Diosa Afrodita convirtió en un joven tan hermoso y deseable, que ella misma se enamoró locamente de él.

Este mito de la pasión y la tragedia es la escena que nos retrata Mengin en su pintura. Un cuento que puede derivar de la obra de Menander 'La Leukadia' en donde se lee...

Donde dicen que Safo fue la primera
Cazando al orgulloso Phaon
En arrojarse, en su agudo deseo, desde la roca
Que brilla desde lejos

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Safo es intimidante y fuerte. Su cabello, oscuro y largo, fluye hacia la tela negra, que transparente se adhiere a su sensual cuerpo. ella no es la Grecia de la luz y la pureza, el sol y la racionalidad, sino la encarnación física de una pasión peligrosa.

El mar gris y el cielo nublado tienen un tono ominoso, que junto con el viento, parecen representar su agitación emocional. En un acto altamente sexual y atrevido, Mengin ha expuesto sus pechos y hombros, la clara blancura de su piel contrasta con el resto del lienzo y los convierte en un punto focal ineludible. Sus pechos parecen iluminar su rostro, como si nos mostraran el amor ardiente que podríamos ver en sus ojos bajos.

Esta mujer se muestra, sin duda, como un ser sexual. El color de su túnica y su comportamiento sereno sugieren experiencia, más que inocencia. Algo que se ve reforzado por su inminente acto de saltar o caer en un abismo, que en el siglo XIX simbolizaba el acto de un desmayo o la experiencia de alivio sexual.

En muchos sentidos se trata de una pintura de y para hombres. Se nos invita directamente a disfrutar de su cuerpo expuesto, las referencias clásicas legitiman su desnudez. Sin embargo, el otro lado de esta imagen presenta a una mujer históricamente importante, inteligente, independiente y orgullosa de su deseo femenino.

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Me parece semejante a los dioses ese
hombre que está ante ti
sentado y escucha la preciosa voz
de cerca
y la risa adorable que hace temblar
mi corazón en el pecho,
en cuanto te veo, se me va

el habla,
se me rompe la lengua,
me hormiguea un fuego impalpable,
mis ojos no ven, no oigo
claro,
transpiro de frío, un temblor
se adueña de mí, descolorida
como pasto seco, me
muero,
pero a todo hay que atreverse cuando nada se tiene.

LA OBRA

Safo
Charles Mengin
Género pintura mitológica
Fecha 1877
Medio óleo sobre lienzo
Dimensiones Altura: 230,7 cm; Ancho: 151,1 cm
Colección Galería de arte de Manchester