Antes de llegar a la isla de las sirenas, Circe, la hechicera que había ayudado a Ulises en otra etapa de su viaje, le advierte sobre el peligro que representan estas criaturas. Según Circe, las sirenas utilizan su canto para seducir a los marineros, quienes, hechizados por sus melodías, pierden el control de sus barcos y terminan en la muerte. Sin embargo, Circe también le brinda un valioso consejo: si desea escuchar su canto sin sucumbir a sus efectos, debe atarse al mástil de su barco y ordenar a su tripulación que selle sus propios oídos con cera de abeja para no oír nada.
Ulises, curioso y deseoso de experimentar todo lo que el mundo tiene para ofrecer, decide seguir este consejo. Cuando su barco se aproxima a la isla de las sirenas, Ulises toma las medidas necesarias. Se asegura de que sus hombres se tapen los oídos con cera y les ordena que lo aten al mástil, bajo la estricta promesa de no soltarlo, sin importar lo que diga o haga.
A medida que el barco se acerca a la isla, el canto de las sirenas comienza a llenar el aire. Las voces son dulces, seductoras, prometiendo conocimiento, placer y gloria. Cantan directamente a Ulises, apelando a su deseo de grandeza y su hambre de sabiduría, ofreciéndole secretos sobre el pasado, el presente y el futuro.
Ulises, completamente atrapado por la melodía, lucha contra las cuerdas que lo mantienen inmovilizado. Desesperado, grita y suplica a sus hombres que lo liberen para ir hacia las sirenas, pero su tripulación, obedeciendo sus órdenes previas, ignora sus ruegos. Continuamente reman con todas sus fuerzas, alejando el barco de la isla y, con ello, del peligro.
Finalmente, el canto de las sirenas se desvanece en la distancia y Ulises recupera la cordura. Una vez que están a salvo, la tripulación lo desata, permitiéndole reflexionar sobre la experiencia. El encuentro con las sirenas se convierte en un símbolo de la lucha entre la razón y el deseo, y de la necesidad de la disciplina y el autocontrol para superar las tentaciones que pueden desviarnos de nuestros objetivos.
La representación de Herbert James Draper: "Ulises y las sirenas"
Herbert James Draper, pintor británico del periodo victoriano tardío, creó en 1909 una de las interpretaciones más cautivadoras de este episodio. La obra, titulada Ulises y las sirenas, captura el momento en que las criaturas míticas intentan seducir al héroe con su canto y su belleza etérea.
En la pintura, Ulises está firmemente atado al mástil de su barco, su expresión muestra una mezcla de fascinación, deseo y desesperación mientras escucha el canto de las sirenas. Su cuerpo está rígido, pero sus ojos delatan la lucha interna que experimenta, atrapado entre el deseo de rendirse a las promesas de las sirenas y el conocimiento de que ceder significaría su ruina.
Las sirenas de Draper son diferentes de las descripciones tradicionales de estas criaturas, que a menudo son representadas como híbridos entre mujer y ave. En lugar de eso, Draper las presenta como figuras femeninas humanas, con piel pálida, cabellos largos y flotantes, y cuerpos semidesnudos. Su presencia es hipnótica, encarnando la belleza idealizada y la sensualidad que busca capturar al espectador al igual que a Ulises.
El entorno marítimo juega un papel crucial en la obra. Draper utiliza tonos azules y verdes para representar el agua que rodea el barco, que parece fluir y ondular en armonía con el canto de las sirenas. Las olas se entremezclan con los cuerpos de las sirenas, creando una sensación de fusión entre estas figuras y el mar, como si fueran una extensión del entorno natural.
El barco, aunque sólido y robusto, parece frágil en comparación con la fuerza seductora de las sirenas y la naturaleza indómita que lo rodea. Los remeros están ocupados cumpliendo con su deber, sus rostros están parcialmente ocultos o enfocados en su tarea, ajenos a la escena emocional que se desarrolla en el centro.
La luz en la pintura es cálida y dorada, iluminando tanto a Ulises como a las sirenas, pero dejando el resto del entorno en sombras. Este contraste enfatiza el conflicto central del momento: la lucha entre el hombre y la tentación, entre la razón y el instinto.
El simbolismo en la obra de Draper
La pintura de Draper no solo es una representación narrativa del episodio de la Odisea, sino también una exploración de temas universales. Las sirenas simbolizan las tentaciones que enfrentamos en la vida, las promesas de placer, conocimiento o poder que pueden desviarnos de nuestros objetivos. Ulises, atado al mástil, representa la importancia del autocontrol y la disciplina para superar esas pruebas.
La obra también refleja la fascinación de la época victoriana por la mitología y la belleza femenina, así como su interés en el conflicto entre los instintos humanos y las normas sociales. En este contexto, Draper logra un equilibrio perfecto entre la narrativa mitológica y los valores estéticos de su tiempo.
La historia de Ulises y las sirenas, junto con la interpretación de Herbert James Draper, sigue siendo un recordatorio poderoso de la resistencia humana frente a las fuerzas que buscan desviarnos de nuestro camino. La pintura, al igual que el relato homérico, nos invita a reflexionar sobre nuestra capacidad de enfrentarnos a las tentaciones y mantenernos fieles a nuestras metas y valores.
En el vídeo encontrarás obras de sirenas de distintos artistas !
La Obra:
Ulises y las sirenas
Herbert James Draper
Titulo original: Ulysses and the Sirens
Autor: Herbert James Draper
1909
Técnica: Óleo sobre lienzo
Localización Ferens Art Gallery, Kingston upon Hull, Reino Unido.