"Cerró con llave la habitación y después me tiró sobre la cama, inmovilizándome con una mano sobre el pecho y poniéndome una rodilla entre los muslos para que no pudiera cerrarlos y me levantó las ropas, algo que le costó muchísimo trabajo. Me puso una mano con un pañuelo en la garganta y en la boca para que no gritara (…). Yo le arañé el rostro y le tiré del pelo".
Es el relato de una violación. De una agresión sexual que tuvo lugar hace más de cuatro siglos, concretamente en el año 1611. Un relato que asombra por su actualidad. Poco o nada ha cambiado...
La mujer que la sufrió se llamaba Artemisia Gentileschi y fue una artista de excepcional talento, como lo demuestra el hecho de que fuera la primera mujer en conseguir entrar en la Academia de Bellas Artes de Florencia, la misma institución por la que pasó Miguel Ángel.
Pero Artemisia no sólo fue violada, no sólo tuvo que aguantar ver como su agresor no cumplía ni un solo día de cárcel y su testimonio sobre la agresión era puesto abiertamente en duda. También padeció la indiferencia y el rechazo del mundo artístico de su época por el hecho de ser mujer, pasó por la humillación de que muchos de sus cuadros fueran atribuidos a su padre o a otros artistas varones y durante siglos aguantó el ser considerada como una mera curiosidad, como una rareza tan exótica como menor dentro de la historia del arte.
Judith es una de las mujeres fuertes y resolutivas del Antiguo Testamento. Viuda, bella y valiente decide utilizar sus irresistibles encantos unidos a su inteligencia para librar a su pueblo del yugo asirio. Para llevar a cabo la arriesgada misión que se impone, se despoja de sus tristes y sencillas ropas de viuda sustituyéndolas por sus mejores atavíos. Una vez preparada se dirige al campo del enemigo haciendo ver que ha escapado. La joven es recibida cortésmente y todos caen rendidos ante su belleza. Judith alaba a Holofernes y el gran estratega se deja engañar por la, a todas luces, inofensiva judía. La mujer ejecuta su plan con maestría y frialdad, espera al momento adecuado y cuando su poderoso enemigo no se puede defender debido a su estado de embriaguez le da muerte de una manera brutal cortándole la cabeza.
Judith se manifiesta como una especie de vengadora ante la opresión de los débiles y desvalidos, matando a su enemigo sin miramientos. Numerosos artistas a través de los siglos han tratado la muerte de Holofernes a manos de Judith, una historia de sangre y venganza. A continuación os dejo con varios extractos del libro de Judith donde se narra la fascinante historia y una serie de pinturas de grandes maestros, donde podemos apreciar las distintas maneras de concebir la escena, desde la serenidad del Renacimiento hasta el efectismo y la crudeza del Barroco.
Artemisia pintó esta escena bíblica que es sin duda su obra más famosa. Plasma el momento en el que la viuda Judith, ayudada por su fiel doncella, decapita a Holofernes, el general asirio enemigo que se había encaprichado con ella, aprovechando que está borracho y se ha quedado dormido. El episodio ya había sido llevado al lienzo por numerosos pintores desde el Renacimiento y se consideraba una alegoría del triunfo de las mujeres sobre los hombres.
Pero en manos de Artemisia adquiere nuevos matices, hasta el punto de que varios estudiosos han descifrado en clave psicológica la violencia con que pinta la famosa escena, interpretándola como un deseo de venganza tras la agresión sexual que sufrió.
Salí de casa con mi buen cuchillo
con el filo frío entre mis pechos
ya ni la muerte me quería.
Me envió de vuelta al despedir mi cuerpo
PFC
Las Obras
Judith decapitando a Holofernes
Título Original: Giuditta che decapita Oloferne
Fecha 1614 1620
Medio óleo sobre lienzo
Dimensiones Altura: 199 cm; Ancho: 162,5 cm
Colección Museo di Capodimonte.
Nápoles
Judith y su doncella con la cabeza de Holofernes
Artemisia Gentileschi
1645-1650
Óleo sobre lienzo
Dimensiones 235 cm × 172 cm
Ubicación Museo de la Castre, Cannes