Pocas obras de arte han suscitado un debate especulativo más acalorado, que las alegorías eróticamente cargadas del pintor y poeta de la corte florentino del siglo XVI: Agnolo di Cosimo di Mariano, más conocido como Bronzino.
Las tres representan a Venus y Cupido, todas están evidentemente inspiradas en la poesía romántica de la época y tratan el tema del amor carnal. El más conocido de ellos, que ya hemos publicado en La Vida es Arte, es un travieso Cupido que abraza a su diosa madre y le pellizca el pezón. Los cuerpos desnudos contrastan notablemente con la provocativa sensualidad de la pintura.
En el otro rincón está la menos conocida: “Venus, Cupido y Celos (o Envidia)” que hoy publicamos, perteneciente al Museo Szépmuvészeti de Budapest.
Y en este caso Venus y Cupido, también son protagonistas.
El análisis infrarrojo reveló el dibujo subyacente, que muestra numerosos cambios realizados por el artista mientras trabajaba. No era inusual que Bronzino, o muchos otros artistas del Renacimiento o posteriores, hicieran ajustes en su composición. Lo que resultó una sorpresa, sin embargo, fue la aparición de un sátiro lascivo donde ahora hay dos niños jugando. Este sátiro cambiaba todo el significado de la pintura. Si Venus había estado apuntando a un sátiro con la flecha que le había robado a Cupido, bien podría haber sugerido su preferencia por el amor carnal en lugar del amor celestial al que Cupido puede estar aludiendo al apuntar su flecha sobre su cabeza. AL sátiro lujurioso se le ha otorgado un papel menor bajo la apariencia de una de las máscaras, símbolos de ilusión o engaño, a punto de ser pisoteado por uno de los niños.
Venus, Cupido y Celos
Bronzino
1548-50.
Óleo sobre tabla de álamo
192 x 142 cm.
Museo de Bellas Artes, Budapest