La historia se remonta a los albores del Renacimiento, cuando Leonardo, bajo el manto de la noche, pintó su obra más enigmática. Se dice que no era simplemente un retrato del santo, sino una representación codificada de verdades ocultas, un mapa hacia el conocimiento prohibido.
La Iglesia, consciente del poder que emanaba de la pintura, la adquirió para ocultarla de ojos profanos. Pero incluso entre los altos muros del Vaticano, las murmuraciones de su existencia se propagaban como un virus. Los rumores hablaban de mensajes cifrados en los pliegues de las túnicas, de símbolos alquímicos disfrazados como simples elementos del paisaje.
Los adeptos de sociedades secretas, ávidos de desentrañar los misterios de la obra, acechaban desde las sombras. Entre ellos, los descendientes de los Templarios, quienes creían que el cuadro contenía la clave para descubrir el paradero del Santo Grial.
Pero la conspiración no se limitaba a los enemigos de la Iglesia. Dentro de sus propios muros, algunos prelados ambiciosos codiciaban el conocimiento encerrado en la pintura, viéndola como una herramienta para consolidar su poder o desafiar las estructuras establecidas.
En medio de esta red de intrigas, un investigador intrépido se embarca en la búsqueda del "San Juan Bautista", desafiando los peligros que acechan en cada esquina y las fuerzas que harían lo imposible por mantener oculta la verdad. Su viaje lo llevará desde los corredores polvorientos de antiguas bibliotecas hasta las catacumbas olvidadas, enfrentándose a enigmas milenarios y peligros mortales.
La carrera por desentrañar el misterio del cuadro perdido se convierte en una lucha épica entre el conocimiento y el poder, donde cada revelación amenaza con desestabilizar los cimientos del mundo tal como se conoce. Y en el centro de todo, la figura enigmática de San Juan Bautista, mirando con ojos sabios desde su lienzo, guarda silenciosamente los secretos que podrían cambiar el destino de la humanidad.