Soy la Verdad, una entidad tan antigua como el tiempo mismo, cuya esencia ha sido venerada, buscada y temida a lo largo de la historia. Mi existencia está profundamente arraigada en el alma humana, y mi presencia ha moldeado mitos, leyendas y realidades. Hoy, compartiré una historia que revela la complejidad y la paradoja de mi naturaleza en el mundo de los mortales, una historia que muestra cómo, en ocasiones, la mentira puede vestirse con mis ropajes y dejarme expuesta y vulnerable.
Cronos, armado con una hoz afilada que su madre le dio, esperó el momento oportuno.
Desde que tengo memoria, he sentido el susurro del agua en mis oídos, un murmullo constante que me envuelve y me arrastra a un mundo de corrientes y remolinos. Nací de las profundidades del mar, en un lugar donde la luz del sol apenas llega y las sombras danzan con la bioluminiscencia de las criaturas abisales.
Soy Ondina, una ninfa de las aguas, una criatura mágica que habita entre dos mundos: el de los humanos y el de las profundidades. Mis primeros recuerdos están impregnados del sabor salado del mar y del tacto frío de las algas enredándose en mi piel. Crecí en un palacio de coral y nácar, rodeada de una familia que no conocía la vejez ni la enfermedad. Mi madre, la reina de las aguas, me enseñó desde pequeña a entender el lenguaje del mar: el canto de las ballenas, el susurro de las corrientes y el lamento de los barcos hundidos. Cada sonido era una historia, y yo me empapaba de ellas como una esponja absorbe el agua.
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