Ingres afirmaba, que desde Raphael, el arte ha ido en la dirección equivocada, lo que significa que su misión es continuar desde el nivel que ha alcanzado el clasicismo. Esta posición suscitó algunas preguntas de sus colegas, y también de la sociedad: las pinturas de Ingres a veces parecían demasiado francas, a veces muy diferentes tipológicamente entre sí. Glorificó la estética, la belleza de rostros y escenas.
Representó escenas mitológicas, principalmente de la mitología antigua, aunque a veces usó la religión como inspiración. “La Fuente”: uno de sus bocetos, surgió de su propia versión de “Venus” La venus Anadyomene en el que podrás ver muchas similitudes. El hecho es que a habitualmente el artista no podía vender sus pinturas, como muchos otros, porque a sus contemporáneos les parecían demasiado francas, así es que simplemente las colgaba en la pared del taller, usándolas para una mayor inspiración.
“Venus” ocupó este lugar durante varios años, hasta que el artista finalmente pintó algunos detalles y lo vendió a precio de ganga. “La Fuente” apareció algún tiempo después de esto, como si Ingres estuviera demasiado acostumbrado a ver a una chica desnuda en la pared.
Inicialmente, la joven de la obra se tocaba el cabello -mismo gesto que Venus- y tenía medias rojas en las piernas. Sin embargo, más tarde, a la hora de vender, Ingre pintó sus medias, y sobre el hombro de la muchacha ubicó un cántaro, reduciendo su parecido con Venus.
Ella está de pie en un pequeño charco, el agua fluye de una jarra, y la niña mira al espectador directa y seriamente, sin avergonzarse en absoluto por su desnudez. Sus piernas se reflejan en el agua, la hiedra crece en la pared de piedra detrás de su espalda. El cabello rubio está mojado, pegado al hombro, es bastante joven casi una niña.
Bosquejado hacia 1820, el lienzo tan sólo fue acabado en 1856. Ingres estaba entonces asistido por dos alumnos, práctica corriente para los grandes formatos. La influencia de los medios de expresión propios de la escultura, en el tratamiento de la ninfa, es sorprendente. En un formato vertical, el desnudo en pie está como integrado en un nicho. Junto con la postura del modelo, esta construcción proporciona a La Fuente la inmovilidad del mármol. Esta comparación no es de sorprender, debido a la importancia de la estatuaria de la antigüedad para la corriente neoclásica, de cuya Ingres se nutrió y defendió en primera fila.
Los críticos de arte de la época también se plantearon interrogantes respecto a la ambición del pintor de elaborar una figura de belleza ideal y sobre la parte de realismo. En los contornos del cuerpo, la pincelada se vuelve menos brillante, más aterciopelada, como para sugerir el grano de la piel y dar la ilusión de la carne. Pese a que Ingres siga fiel a la enseñanza clásica de David, por la importancia otorgada a la línea y al dibujo, va más allá de este marco y su innovador estilo abre paso a artistas como o Picasso.
El cuerpo estirado es el pretexto de un juego de las serpentinas líneas, el tratamiento del modelo es el objeto de una extraordinaria simplificación de los recursos y la ausencia de profundidad realzan la presencia de la silueta.
LA OBRA
La Fuente o El Manantial
Título original: La Source
Artista: Jean Auguste Dominique Ingres
Francia, 1820/1856
Técnica: Óleo sobre lienzo
Dimensiones 63 x 80 cm.
Museo: Museo d’Orsay, París, Francia